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Olivier Masset-Depasse • director

Cannes 2010

El director belga charló con nosotros sobre su película Illegal, premiada en la Quincena de los Realizadores de Cannes.

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Olivier Masset-Depasse, el director belga de Illegal [+lee también:
crítica
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entrevista: Olivier Masset-Depasse
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, galardonada en la Quincena de los Realizadores, contó el exhaustivo proceso de investigación que subyace tras su película y los hechos impactantes que descubrió mientras la hacía. Además, explicó por qué optó por la ficción a pesar de que abordó la obra con el fervor de un documentalista.

Olivier Masset-Depasse: Illegal cuenta la historia de una madre y de su hijo, oriundos de Rusia y llegados de forma clandestina a Bélgica doce años antes. Las solicitudes de asilo hechas por Tania, la heroína, han sido desestimadas. Por el futuro de su hijo y en vistas de un imposible retorno a Rusia, decide permanecer en la clandestinidad. Diez años después, su vida es más o menos normal: ella trabaja y su hijo va a la escuela. Todo va a mejor hasta que un día es detenida por la policía. A ella la encarcelan y su hijo consigue escaparse y refugiarse en casa de una amiga. Aquí comienza la lucha de una madre contra el aparato del Estado para encontrar a su hijo y salir de la prisión.

¿Cómo llegó usted a esta historia?
Al principio, a la vuelta de unos informativos, vi que a quince kilómetros de mi casa había uno de esos centros. Oímos a veces términos como «cárcel para inocentes» y vemos niños tras los barrotes. Empecé a sentirme mal y decidí indagar. Cuanto más escarbaba más me horrorizaba lo que iba descubriendo; la idea de hacer una película surgió enseguida. Durante un año estuve investigando junto con un periodista del periódico belga Le Soir y un jurista de la Liga de los Derechos del Hombre belga, lo que me permitió hacer lo que quería a toda costa: trabajar sobre el terreno. Los testimonios de los que pasaron por esos centros y, sobre todo, la posibilidad de acceder varias veces a uno concreto (el 127 bis, cerca de Bruselas) me han dado la posibilidad de hacerme una idea precisa de lo que pasa allí dentro con información de lo más fidedigna. A partir de ahí, decidí construir una verdadera ficción, comenzando por esta historia de lucha de una madre, convertida en el vehículo para emocionar a los espectadores y poder denunciar aquello que hemos hecho pasar a los sin papeles en esos centros.

Esa investigación se parece a la de un documental. ¿Por qué escogió la ficción?
En primer lugar, no sé hacer documentales –aunque me encantan–. Son dos oficios distintos. Estoy más vinculado a la ficción, que tiene sobre el documental la ventaja de poder trabajar con mayor profundidad la subjetividad de un personaje, y, por tanto, ser más emotivo y más universal. Para mí lo más importante era que la película concienciara a la gente, pero que esta toma de conciencia saliera del corazón y no de la cabeza. Todo ello me llevaba irremisiblemente a la ficción.

¿Qué es lo que más le conmocionó durante su investigación?
Muchas cosas, aunque el detonante fue mi primera visita al centro de detención, en el pasillo de las mujeres y las familias: había allí una especie de desesperanza, un aire un poco dulzón que me resultó muy agresivo, a mí, que soy padre. Ver a los niños en pijama a las cuatro de la tarde, conscientes de que solo pueden salir una hora al día, y ver a sus madres atiborradas a calmantes... me pareció de una agresividad inmensa. Fue esa primera visita la que más me conmocionó, dada mi ingenuidad; luego uno se habitúa a la dureza de las cosas. Después pude ver una expulsión grabada con un teléfono móvil de manera confidencial: no había necesariamente esa violencia que se aprecia en la película: una violencia directa que tuvo lugar después de que el móvil se rompiera. Lo que vi fue a un tipo al que expulsaban, al que intentaban expulsar; supe que, dos días después, esa persona se había colgado en su celda.

¿Quiso usted convertir esas escenas en las más sobrecogedoras de la película?
No sé si las más sobrecogedoras. Tenía que ser dramático. En una película, hay que ir hacia un clímax y desde un principio tuve claro que ese clímax tendría lugar en el aeropuerto. No diré más para no desvelar el final de la película.

¿Está pensando ya en algunos temas para el futuro?
Sí, tengo varios en mente. Antes necesito descansar un poco después de este último. El tema de las madres de alquiler me interesa. Creo que también aquí, en la mercantilización de estas madres de alquiler, hay un punto de inflexión en la humanidad. Todavía hay mucho por hacer porque estos temas requieren mucha documentación. Antes de empezar la operación tengo que profundizar en el asunto.

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