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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Il Divo

por 

- Un argumento complicado – los capítulos más oscuros de la historia política italiana, nunca realmente resueltos – llevado a la gran pantalla con un lenguaje libre y muy contemporáneo

Explosivo como una bomba y enérgico como un río crecido. Así ha sido la llegada de Il Divo [+lee también:
tráiler
entrevista: Nicola Giuliano
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entrevista: Philippe Desandre
ficha de la película
]
, de Paolo Sorrentino a Cannes, de donde se ha marchado con el premio del jurado.

Sorrentino, que se ha embarcado definitivamente en la representación de lo grotesco y lo hiperbólico, ha seguido por la senda del lenguaje cinematográfico ya experimentado en su anterior The Family Friend para describir cuarenta años, igualmente grotescos e hiperbólicos, de la historia de Italia. Todo ello a través de su protagonista principal, Giulio Andreotti, político democristiano, presidente del gobierno en siete ocasiones y con una colección de sobrenombres como Belcebú, la Eternidad, la Primera letra del alfabeto, el Indescifrable, el Divo Giulio. Para completar el cuadro, ha sido acusado de estar relacionado con la logia masónica P2 y con la mafia siciliana, interrogado por el homicidio del periodista Mino Pecorelli, ha declarado en 26 ocasiones como imputado ante la comisión de investigación. Su lema, tomado de Talleyrand, es “El poder debilita al que no lo tiene”.

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La película comienza con un glosario para ayudar a la comprensión de la película, antes de lanzarse a una exhaustiva presentación de la corte pretoriana de Andreotti, gente cercana a él ideológicamente, como Cirino Pomicino, siempre bien acompañado de mujeres, Vittorio Sbardella alias el tiburón, Giuseppe Ciarrapico, Franco Evangelisti o Salvo Lima, que será asesinado por la Cosa Nostra. Una lista infinita de personajes que difícilmente serán reconocidos por el público no italiano. Altos cargos de la Iglesia, generales, jueces, mafiosos arrepentidos. Pero en el centro, el Divo, interpretado por Toni Servillo, con las orejas puntiagudas y una leve joroba, aquejado de fuertes migrañas y siempre tramando algo.

Los diálogos, tomados del repertorio del mismo Andreotti, que destacaba precisamente por un sarcasmo atroz, y las situaciones tragicómicas se desarrollan a un ritmo abrumador, deformadas más si cabe por una dirección ingeniosa y madura y sorprendentemente potenciadas por una banda sonora a ritmo de rock. El estilo recuerda a la urgencia y la farsa que derrochaba Elio Petri en A ciascuno il suo , Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (que fueron premiado en Cannes en 1967 y 1970) y Todo modo. El retrato resultante es el de un hombre gris y no excesivamente brillante, según las palabras de su propia esposa Livia, tierna y severa al mismo tiempo, un hombre cuya carrera política ha sufrido un empeoramiento constante.

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(Traducción del italiano)

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