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PELÍCULAS / CRÍTICAS

La noche de los girasoles

por 

- La pregunta es... ¿Cuánto? ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar para que todo esto no hubiera ocurrido nunca?

Con dos nominaciones al Goya para sus cortos Mustek y La gotera, Jorge Sánchez-Cabezudo salta al mundo del largometraje, y esperemos que se quede.

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tráiler
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entrevista: Jorge Sánchez-Cabezudo
ficha de la película
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nace como un desafío de Alta Films Producción, parte del grupo Alta Films, iniciado hace más de cuatro años, cuando este proyecto se llamaba "Angosto". Tras conseguir el presupuesto gracias a un complejo esquema de financiación internacional, La noche de los girasoles ha visto la luz en junio de 2005, iniciando su rodaje en las desoladas praderas de la región de Castilla y León. Un sitio donde los pueblos se están quedando despoblados y casi nunca ocurre nada. Sin embargo, cuando nos invitaron al set de La noche de los girasoles descubrimos que la decadencia de las zonas rurales puede llegar a dar mucha vida, porque trae consigo experiencia y recuerdos. A raíz de este contraste, Jorge Sánchez-Cabezudo ha sido capaz de construir una historia ni blanca ni negra, sino llena de matices de grises.

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Visitando el rodaje de La noche de los girasoles hace un año, un anciano me contó que el último vecino de aquella aldea abandonada había sido asesinado. Cuando le pregunté por qué, me respondió simplemente "porque era una mala persona". Bien, La noche de los girasoles obliga a una reflexión profunda sobre el sentido de la justicia, de lo que está bien y de lo que está mal. Por otro lado plantea una pregunta crucial, es decir, si la redención de los pecados puede tener un precio. Si se puede cancelar un pecado tan solo enriqueciendo las rebosantes cajas de una iglesia católica, ¿por qué no se podría borrar una acción cruel y despiadada con el mismo dinero que sirve para donarnos la salvación eterna? La noche de los girasoles no nos regala una respuesta, pero sí ofrece una clave de lectura importante: el bien y el mal son simples puntos de vista, no existen como valores absolutos.

Para acompañarle en esta aventura, el director ha escogido un cast de primerísimo nivel, gracias a Carmelo Gómez, famoso galán español, Mariano Alameda, finalmente apreciable en la gran pantalla, y una debutante Judith Diakate, que no tardará mucho en dar que hablar en el cine español.

Merece la pena destacar el tratamiento del concepto de la violencia en La noche de los girasoles, pensada y representada como el simple resultado de un proceso de exaltación que rompe la moral humana. En este sentido sobresale la excelente interpretación de Manuel Morón, que ha abandonado su estilo interpretativo minimalista, vacuo y anodino, para entregarse a una historia en la que ha dado vida a un personaje que pone los pelos de punta por su violencia innata.

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