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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Romanzo criminale

por 

- Placido cuenta liberalmente los sucesos de la vida real de la banda Magliana, que entre 1977 y 1992 dirigió la operación criminal mas ambiciosa jamás habida en Roma

Con sus ambiciones, un reparto sólido, escenas de acción, aspiraciones históricas y políticas, una larga duración y, unos inicios literarios de éxito fenomenal, Romanzo criminale [+lee también:
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entrevista: Michele Placido
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verdaderamente una película anómala dentro del panorama italiano, una nueva garantía, creada a gran escala para ser un evento, con una campaña de publicidad bien concebida por Warner Bros.

Basada en la novela del mismo nombre de Giancarlo De Cataldo – un juez convertido a escritor que entonces se convirtió en un escritor convertido en juez – el guión ha sido escrito por De Cataldo junto a Stefano Rulli y Sandro Petraglia (La mejor juventud [+lee también:
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), la película de Michele Placido cuenta liberalmente los sucesos de la vida real de la banda Magliana, que entre 1977 y 1992 dirigió la operación criminal mas ambiciosa jamás habida en Roma. Dominaron la capital italiana al controlar toda la droga, chantaje, prostitucion y tráfico de armas, modelándose tras las familias de la Mafia. Sus vínculos con la Mafia y la política transformaron a la banda en un tipo de “agencia criminal” en el servicio del más alto postor, y a cambio se involucraron con el pícaro servicio secreto y la extrema derecha en los momentos mas dramáticos de esos años, des del secuestro de Aldo Moro a la masacre de la estación de tren de Bolonia.

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A través de la espléndida fotografía de Luca Bigazzi, Placido, habitual del cine político, mezcla estos sucesos públicos con las vidas privadas de los personajes, como si Érase una vez en América se ubicara en Roma, una saga épica hecha de heridas todavía abiertas, derrames de sangre y traiciones. En esta película, el director muestra un sentido para el espectáculo y usa una estilo de filmar nervioso y urgente a la vez, iluminado por momentos visionarios que se alternan simultáneamente con el hiper realismo de la acción de las escenas, realzados por una variedad de elementos técnicos (incluyendo escenas oscuras y planos superpuestos y diagonales). Hay referencias a Leone, Scorsese y Coppola a lo largo de las dos horas y media de la película, en términos de indignación y atracción hacia las acciones de los jóvenes criminales. Por encima de todo, el modelo involuntario quizá se parezca a Uno de los nuestros de Scorsese por lo de “peor de su juventud” desprovista de toda moralidad y microcosmos que revela un mundo de colusiones oscuras.

Placido triunfó al obtener algo semejante de la identificación antropológica de su reparto: Kim Rossi Stuart y Pierfrancesco Favino son excelentes en sus papeles de “Freddo” y “Libanese”, Claudio Santamaria atormentado como “Dandi”, Riccardo Scamarcio siniestro como “Nero”, Anna Mouglalis seductora y dañada como Patrizia, mientras Stefano Accorsi lucha para mantener un personaje tan complejo como el del comisario Scialoja. A través del compromiso y implicación de estas jóvenes estrellas, la película parece particularmente eficiente en retratar las implicaciones psicológicas de los poderosos lazos de infancia que han unido a estos asesinos y los vierte en “humanos” y fascinantes. Este es el poder seductor del mal, al que el cine siempre ha ido, que a cambio nos ofrece chicos malos geniales, maravillosas historias de gangsters y escenas románticas. Como el prólogo de Romanzo criminale, en que los tres personajes principales, amigos desde la infancia, huyen de la policía al mar, como Antoine Doinele en Los 400 golpes.

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(Traducción del italiano)

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