28/04/2022 - El primer largo de Beatrice Baldacci es una película personal de una autora a seguir, que consigue suscitar empatía defendiendo sus misterios con una dolorosa reticencia

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ficha de la película], de Beatrice Baldacci, fue desarrollada dentro del programa Biennale College Cinema 2020/21, y estrenada posteriormente en el 78.º Festival de Cine de Venecia, donde obtuvo el Premio de la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. La cinta llega hoy a los cines italianos de la mano de PFA Films. La tana tiene un origen muy concreto: en 2019, la directora debutante ganó un premio en la sección Orizzonti por su cortometraje documental Superheroes With Superpowers, en el que Baldacci utilizaba grabaciones caseras para recordar su infancia y su relación con su madre, que sufría un trastorno neurodegenerativo. La idea nos recuerda al maravilloso documental de 2002 de Alina Marazzi, Un'ora sola ti vorrei, que reconstruye la vida de su madre, Luisa, que padecía depresión y se suicidó con tan solo 33 años, combinando películas caseras rodadas en 16 y 8 mm por su abuelo materno, el editor milanés Ulrico Hoepli, a lo largo de treinta años.

Beatrice Baldacci ha ido más allá en esta particular representación del duelo, desarrollando un guion de ficción en colaboración con Edoardo Puma, que ha tenido como resultado un largometraje protagonizado por Irene Vetere y Lorenzo Aloi. Ambientada en la actualidad, nos encontramos en una zona rural del centro de Italia, durante la época estival. El joven Giulio, de 18 años, vive con sus padres (Paolo Ricci y Elisa D'Eusanio), que parecen provenir de la ciudad, pero han elegido vivir de la tierra en su pequeña granja. Giulio es un chico despreocupado que lleva una vida auténtica, rodeado de naturaleza, pero su mundo se ve perturbado cuando Lia, una joven de veinte años, se muda a una casa abandonada en el vecindario (eróticamente perturbado, para ser más exactos). Lia parece tímida y distante, pero está claro que también se siente atraída por Giulio. Su juego sexual está dominado por ella, que pone a prueba al joven exigiendo pequeños gestos.

El misterio que rodea a Lia se revela al poco tiempo: la joven ha traído a su madre (Hélène Nardini), que está perdiendo capacidades mentales, a la casa de su infancia. Es una guarida (como sugiere el título original en italiano), un lugar para esconderse, donde Lia puede expresar su dolor ante el declive cognitivo de su madre. Un refugio y un recordatorio de una época feliz, donde Lia puede retener para siempre a su madre, una mujer que ya se ha convertido en una especie de fantasma balbuceante con un cuerpo indefenso que Lia debe cuidar. Sin embargo, también se trata de un espacio que ayuda a gestionar la realidad exterior; una zona libre, marcada por una pulsión ilícita –la muerte- que desafía el tabú sobre la muerte asistida. En este sentido, la directora reproduce las metáforas habituales, por lo que la mención a Psicosis de Hitchcock no es una sorpresa.

De todas formas, es precisamente en las escenas que muestran de cerca la naturaleza –briznas de hierba, insectos, flores, arbustos– filmados con luz natural y en baja definición por el director de fotografía Giorgio Giannoccaro, donde Beatrice Baldacci (discípula de Daniele Ciprì) rinde homenaje al cine. Estos elementos constituyen el regalo final de la hija para su madre, y preparan la visión de ese jardín idealizado, y por tanto insatisfactorio, que rodea la casa. A pesar de los defectos que caracterizan habitualmente a las óperas primas, especialmente cuando se trata de la dirección de actores, La tana es una película personal de una directora que merece la pena seguir, ya que tiene el poder de suscitar empatía preservando sus misterios con una dolorosa reticencia.

La tana es una producción de Andrea Gori y Aurora Alma Bartiromo para Lumen Films, en colaboración con RAI Cinema y NABA-Nuova Accademia di Belle Arti.

(Traducción del italiano)