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GIJÓN 2021

Crítica: Un cielo impasible

por 

- El documental de David Varela inspecciona –y redescubre– el olvidado paisaje postbélico (y sus significados) con la ayuda de drones, jóvenes y especialistas en la Guerra Civil Española

Crítica: Un cielo impasible

La mirada pura de cuatro adolescentes es el prisma por el que David Varela recuerda una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil Española (la de Brunete, en las inmediaciones de Madrid) en su segunda película, Un cielo impasible [+lee también:
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, que participa en la sección Tierres en trance del 59º Festival Internacional de Cine de Gijón.

Con la curiosidad juvenil pues como motor impulsor de este vehículo-experimento, que en algún momento puede recordar a Quién lo impide [+lee también:
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, sus protagonistas acceden a participar en la propuesta que les regala Varela: conocer a fondo un espacio cercano a sus hogares, relegado al olvido y donde perdieron la vida miles de personas no hace tanto tiempo. Así, los chavales tocan, sienten y hasta visten uniformes como los de los soldados –muchos de su misma edad– que murieron en una contienda de la que apenas se les enseña nada en sus programas de estudios.

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Porque además, Un cielo impasible logra, de forma armónica (al contrario que ciertas madres paralelas) no sólo reivindicar la memoria histórica, sino también cuestionar cómo esta se transfiere (o no) a las nuevas generaciones. Así, este documental –con la ayuda de dos especialistas en historia, que también intervienen ante la cámara– rompe una lanza a favor de una manera nueva de analizar el pasado para evitar las posturas polarizadas –encarnizadamente opuestas– que suelen caracterizar cualquier acción política que tenga que ver con el pasado español, dictatorial y franquista, que se ha pretendido enterrar bajo toneladas de olvido.

De este modo, Varela acompaña a esos chicos a las trincheras reales y al territorio de la batalla de Brunete y, con el uso de drones, sobrevuela esos espacios fantasmales mientras superpone sonidos bélicos, voces testimoniales y las propias reflexiones de los protagonistas, cuyas miradas limpias deberían ser un modelo de por donde encarrilar reflexiones futuras sobre las consecuencias de una Guerra Civil que aún mantiene heridas abiertas no saneadas.

El autodidacta David Varela desde 2010 produce, edita y dirige sus trabajos, como el largometraje Banaras Me, el corto Último retrato o el mediometraje Freedom to Kill the Other’s Children. En paralelo trabaja como editor para otros, en títulos como Banderas Falsas, de Carlos Serrano Azcona o Correspondencias invisibles, proyecto de dirección colectiva aún en curso. En 2012 inicia una colaboración con la escritora Chantal Maillard, junto a quien desarrolla una adaptación teatral de Diarios Indios, así como el largometraje Todo es búfalo, en fase de escritura. Desde 2012 desempeña labores de programación y de dirección artística para la Asociación de Cine Documental Docma; ha diseñado ciclos para el Museo Reina Sofía o la Filmoteca Española, y ha sido codirector artístico de Documenta Madrid de 2017 a 2019.

Un cielo impasible es una producción independiente de David Varela que cuenta con música compuesta por Jonay Armas.

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