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ZINEBI 2021

Crítica: Fantasía

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- A partir de la metáfora del viaje, Aitor Merino construye un emotivo y lúcido testimonio de la vida y la memoria sentimental

Crítica: Fantasía

Un verano una familia emprende un viaje por el Mediterráneo en un crucero llamado Fantasía. Así comienza la nueva película documental del actor y director Aitor Merino (San Sebastián, 1972), de título homónimo al de la embarcación, presentada en la sección Bertoko Begiradak - Miradas desde Euskadi de la 63ª edición de Zinebi, Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao.

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En las primeras imágenes vemos a la familia del director dirigiéndose en taxi al puerto: sus padres jubilados y su hermana (la actriz y cineasta Amaia Merino, guionista de la película junto a su hermano, Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea). A lo largo del viaje, la cámara del cineasta vasco va siguiéndolos, capta y registra lo que hacen, lo que dicen, lo que piensan y sienten. También el paisaje, la imagen del mar. Esas imágenes del viaje se cruzan con las del pasado, con la vida cotidiana de la familia, con las fotografías que narran su historia íntima, sus conflictos pretéritos y presentes.

Decía la escritora Lucia Berlin que lo que nos emociona en una ficción no es identificarnos en una situación, sino reconocer la verdad que hay en ella. Fantasía está narrada desde lo personal, pero de ese modo, una de sus grandes virtudes reside en hacer de lo subjetivo algo colectivo, lograr reflejar sentimientos, emociones, pensamientos, actitudes y conflictos donde podemos reconocernos. En los momentos buenos y malos de la familia protagonista podemos reconocer alegrías y tristezas comunes. En la película están presentes asuntos que posiblemente nos serán más cercanos a una cierta edad –los conflictos asociados a la vejez, la muerte como parte sustancial de la vida, el hecho de saber que inevitablemente perderemos a las personas que amamos–, pero también otros inherentes a la existencia humana: el sentido de la familia, la complejidad de las relaciones afectivas, el peso de los recuerdos, del paso del tiempo, el significado de la memoria, lo insondable que hay en nosotros, lo que amagan nuestros rostros, la vida como un viaje doloroso, pero que al tiempo puede ser divertido.  

De forma sencilla, a partir de la metáfora del viaje y de la reconstrucción subjetiva de partes de la vida del propio director –y de esa sencillez y esa subjetividad primera procede la veracidad de la película– Merino realiza un lúcido ejercicio de creación de un espacio de la memoria sentimental, un emotivo documento cinematográfico –entre la confesión y el testimonio– de esa memoria íntima. La película tiene así cierta condición de elegía, de registro de ese universo amado que el realizador sabe que un día perderá, de declaración a esas personas queridas que sabe mortales.

Con ello, de ese carácter testimonial procede otro de los aspectos interesantes del documental: su reflexión sobre la condición fotográfica del cine. En la mirada de Merino subyace esa idea del cine que recorre las películas de vanguardias, de cineastas como Jonas Mekas: como decía el director Jonás Trueba, el cine como un perfecto ejercicio de melancolía, retener las imágenes que borra el tiempo para poder regresar a ellas. También subyace la reflexión sobre su capacidad narrativa, sobre la posibilidad de narrar a través de distintos materiales –visuales, sonoros, textuales– un relato. En este caso, sobresale el enlace entre la realidad de las imágenes y su poder simbólico: de ahí, la presencia del mar como metáfora de la conciencia de muerte y de pérdida que recorre el relato.

El mayor problema de la película de Merino está en lo que le sobra, en su sentimentalismo excesivo. La historia, con la manera sobria y natural de narrarla, ya logra removernos. Cuando el director decide recrearse en las emociones de sus protagonistas, en lo evidente y lo fácil de esos sentimientos para conmover cae en una sensiblería innecesaria. A menudo, un rostro, una frase contenida, ya son suficientes. Fantasía logra reflejar lo que de verdad importa del cine: la vida. Y eso ya es mucho.

Fantasía es una producción vasca de la compañía Doxa Producciones, que vende al extranjero Feelsales y estrenará en España este mismo 26 de noviembre Vitrine Films.

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