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ZAGREB 2021

Crítica: I Don't Wanna Dance

por 

- Un adolescente con problemas intenta superarlos en casa, a través de los bailes con su banda local, en la película de Flynn von Kleist

Crítica: I Don't Wanna Dance
Yfendo van Praag, Eliyah de Randamie y Romana Vrede en I Don’t Wanna Dance

Todos los adolescentes felices son iguales, y todos los adolescentes infelices son infelices a su manera. Resulta que esta falsa cita de Tolstoi no se aplica en el caso de I Don’t Wanna Dance, el nuevo trabajo de Flynn von Kleist, que se ha proyectado en la sección Plus —dirigida al público adolescente— del 19.º Festival de Zagreb.

A partir de un guion escrito por Jeroen Scholten van Aschat, von Kleist trata de contar una historia real basada en la vida del productor y estrella principal de la película, Yfendo van Praag. Al final se añadió mucha intervención ficticia a la mezcla, y la estrella emergente del baile neerlandés acabó por convertirse en un simple adolescente problemático llamado Joe. Cabe señalar que van Aschat y von Kleist ya colaboraron anteriormente en un cortometraje llamado Crow’s Nest (2018), que podría considerarse una especie de estudio previo al largometraje, ya que se basa en la misma premisa y contiene algunos de los mismos personajes y actores. 

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El protagonista de la película se da a conocer en medio de una pelea muy violenta en el patio de recreo, un conflicto físico que no se ve interrumpido hasta que no llega la policía y detiene a Joe. La suerte es que solo tiene 15 años, por lo que no se le juzga como a un adulto y se ocupa de él su asistente social habitual, Frouwkje (Lilith Vermeulen). Joe y su hermano pequeño Ricardo (Eliyah de Randamie) viven con sus tíos desde que su madre los abandonó, pero Frouwkje tiene buenas noticias para ellos: su madre ha vuelto y tienen que irse a vivir con ella. Para Joe, esto también implica que tiene que asistir a las clases de baile a las que se ha apuntado en el centro social local.

Todo parece ir bien al principio: Daphne (Romana Vrede en su primer papel importante en una película tras una treintena de pequeños papeles en cine y televisión en 20 años de carrera), la madre, vuelve a tener trabajo y ha dejado el piso a punto para poder vivir de nuevo con sus hijos, aunque Joe sigue sin tener claros los conceptos de confianza, autoridad y capacidad para centrarse. Sin embargo, no tarda en darse cuenta de que Daphne está lejos de haber acabado con sus hábitos autodestructivos (como fumar marihuana o emborracharse en las coffee shops de Ámsterdam). A pesar de su naturaleza impulsiva, Joe hace lo que puede para mantener la casa en orden, y las visitas repentinas y sin previo aviso de su hermano mayor Roy (Daniël Kolf), un joven que sin duda apunta a gánster, tampoco ayudan mucho, pero quizá las clases de baile bajo la tutela de Julian (Sean William Bogaers), así como un sentimiento de camaradería con el resto del grupo y la atracción sentimental que siente hacia Roxan (la encantadora debutante Chardonnay Vermeer) podrían llevar a Joe por el buen camino.

La historia de los problemáticos años de adolescencia de Joe (o de Yfendo van Praag, en este caso) es bastante estándar y se cuenta de una forma bastante típica, haciendo hincapié en el mensaje que transmite al espectador. Dado que el público objetivo son los adolescentes, no es de extrañar que I Don’t Wanna Dance se perciba un poco como un programa educativo para adolescentes sobre la importancia de ser responsable y el daño que incluso las drogas más ligeras y legales pueden llegar a hacer a una familia. Por otra parte, la película también cuenta con algunos elementos realmente interesantes. La mezcla de una estrella del baile, que no suele aparecer con mucha frecuencia en la gran pantalla, con actores neerlandeses poco conocidos y novatos da unos resultados bastante realistas —a pesar de algún que otro diálogo forzado—, y la labor de cámara en mano de Tim Kerbosch en las localizaciones menos glamurosas de las afueras de Ámsterdam hace de I Don’t Wanna Dance una película digna de ver, aunque poco memorable.

I Don’t Wanna Dance es una producción neerlandesa de The Rogues y Gusto Entertainment, y cuenta con el apoyo financiero del Netherlands Film Fund.

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(Traducción del inglés)

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