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DOK LEIPZIG 2021

Crítica: The Cars We Drove into Capitalism

por 

- El juguetón documental de Georgi Bogdanov y Boris Missirkov propone un nostálgico viaje por carretera a través del Telón de Acero

Crítica: The Cars We Drove into Capitalism

“En la Unión Soviética se tarda diez años en comprar un automóvil”, es como el expresidente estadounidense Ronald Reagan empezó su discurso, “¡y se paga por adelantado!”. El animado público empieza a reírse y el escenario está preparado para un nostálgico viaje por carretera que cruza el Telón de Acero, un trayecto a través del espacio y el tiempo. The Cars We Drove into Capitalism es un documental juguetón sobre automóviles manufacturados en países socialistas, dirigido por Georgi Bogdanov y Boris Missirkov. Celebró su estreno mundial en el vestíbulo oriental de la Estación Central de Leipzig, dentro de la Competición del Público de la 64.ª edición del DOK Leipzig (del 25 de octubre al 31 de octubre).

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Después del discurso de Reagan, recorremos las cadenas de producción en serie de estos viejos vehículos, que están desapareciendo lentamente, pero sin ninguna duda, de las calles del continente. Sin embargo, no desaparecen de nuestra memoria colectiva, hecho que se prueba cuando vemos a un influencer de Instagram posando al lado de uno de estos resplandecientes coches clásicos. Es la clave de su éxito, convertir varios modelos de Trabant, Lada y Moskvitch casi en símbolos de culto. La película continúa como un mosaico de retratos igualmente apasionados, que representan la añoranza de tiempos más despreocupados. Pasamos de Rusia, Bulgaria y la República Checa a Alemania y Noruega. Sobre la marcha, no nos dan mucha información sobre los productores, los modelos y las fechas, pero eso no tiene importancia: la película no trata tanto de coches como de personas. Incluso los Trabis, Ladas y Škodas se vuelven personajes por sí mismo en cierto modo. No es difícil proyectar emociones en su diseño franco y orgánico. En efecto, este viaje por carretera explora cómo la industria automovilística representa las personalidades y las naciones como un todo y, más importante, cómo estos coches han sido testigos silenciosos de las historias de sus protagonistas y sus búsquedas de la libertad.

Uno de los elementos más importantes de la película es su rico despliegue de imágenes de archivo, que ayudan a establecer los coches de la época como símbolos de libertad. Mientras escuchamos explicaciones de personas que intentan conducir de la GDR a Praga, para poder llegar a la Embajada de Alemania Occidental, vemos metrajes impresionantes de hordas de personas guardando sus maletas en sus coches y alejándose. También vemos imágenes de refugiados políticos que cruzan a Berlín Occidental, con una multitud animada dándoles la bienvenida después de la caída del Muro de Berlín. Estos coches estaban siempre en la esquina de la pantalla, sin importar el momento histórico en el que nos quisiéramos centrar. Un Trabant fundido en bronce, con cuatro grandes piernas humanas en lugar de ruedas, es entonces la culminación artística de estas ideas. Es una película sobre añoranza: no solo por la nostalgia materializada con una matrícula en cada extremo, sino también por la libertad. ¿Y qué mejor objeto para representar esta libertad de deambular que un coche?

Esta juguetona película nos recuerda un tiempo en el que el coche era un símbolo de estatus que no era fácil de conseguir, como menciona Reagan. A lo mejor, esto también contribuye al punto débil que los personajes tienen por estos antiguos vehículos. Es fácil romantizar el pasado; y entregarse a la nostalgia parece la solución perfecta para no lidiar con la sostenibilidad y las bajas emisiones de carbono de la actualidad.

The Cars We Drove into Capitalism es una coproducción entre Bulgaria, Croacia, la República Checa, Dinamarca y Alemania de Agitprop, Hulahop, Danish Documentary Production y Saxonia Media Filmproduktion. La alemana New Docs gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Joanna Sánchez Moya)

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