13/09/2021 - VENECIA 2021: Ridley Scott dirige otra película épica ambientada en la Edad Media, esta vez examinando el importante tópico de la agresión sexual entre miembros de la aristocracia francesa

Tanta grandiosidad, tantas buenas intenciones (aunque teñidas de vanidad) para tanto sinsentido. Esta podría ser la descripción de unas cuantas películas del legendario realizador británico Ridley Scott (responable de Alien y de Blade Runner, a las que han seguido décadas carentes de coherencia), pero se aplica especialmente a El último duelo [+lee también:
tráiler
ficha de la película], un drama excesivamente largo que aborda una inquisición moral en el código medieval de los caballeros y la hidalguía. Toma prestada de Rashomon la estructura en tres partes y los cambios de perspectiva, y parece pedir a gritos que nos fijemos en cómo el poder político ha estado siempre entrelazado con la dominación sexual, si bien esto no cogerá de nuevas a ninguno de los espectadores espabilados y maduros a los que va dirigida. Esta producción entre el Reino Unido y Estados Unidos se estrenó fuera de competición el penúltimo día del Festival de Cine de Venecia de este año.

El guion, obra de sus actores Matt Damon y Ben Affleck, y también de Nicole Holofcener, muestra la oscura Francia del siglo XIV en la que se refleja la misoginia que sigue reinando en todo el mundo en el siglo XXI, si bien ahora los que la practican puede que sean más duchos a la hora de ocultarla. Pero la mentalidad y la sensibilidad de Scott parecen incluso más ancladas en el pasado, un pasado que sin duda retrata con gran virtuosismo. El premiado realizador es capaz de realzar incluso una sencilla secuencia de diálogo con una delicada luz estilo Rembrandt y las enigmáticas sombras de una vela, eso es indudable. La sensación de un mundo medieval palpable e inmersivo convence en todo momento, mientras que resulta más descuidada la atención a la trama y a la coherencia.

Resulta difícil resumir en pocas palabras la compleja trama, y está claro que al realizador también le ha costado hacerlo a pesar de disponer de dos horas y media para ello. Podríamos decir que se centra en la disputa entre un noble francés, Jean de Carrouges (Matt Damon en un logrado papel de época) y Jacques le Gris (un jactancioso y deslenguado Adam Driver), primero por una tierra y un patrocinio y luego por una acusación de violación contra le Gris por parte de la esposa de Carrouges (Jodie Comer). Por suerte la película no intenta diseccionar la afirmación de Comer, algo que al parecer ha descolocado a los expertos en este campo de la historia, que concluye supuestamente a través del juicio por combate (un duelo) para resolver la disputa. La trama de Driver, contada desde su punto de vista, es la que sale mejor parada, notablemente cándida por cómo aborda la cultura de la violación que impregnaba los escalones más altos de la sociedad en los que el conde Pierre d’Alençon (interpretado por Ben Affleck) es el maestro de ceremonias de orgías de alcohol celebradas en su castillo.

El potente dardo de la acusación del poder del hombre se diluye al comprobar que la película termina con otra fuerte expresión de lo mismo. El acto final de esta obra se concentra en la lucha a caballo entre Damon y Driver y luego en la lucha cuerpo a cuerpo en el barro, rodeados de una sanguinaria multitud. El vencedor de este enfrentamiento impondría que su versión de la historia es la versión oficial (como dictan las antiguas leyes medievales), lo que constituiría un ejemplo de una oscura ironía, una cínica visión de cómo los actuales acosos sexuales no terminan con la acusación del imputado. Pero Scott no puede evitar darle un aire triunfalista a las imágenes, por no mencionar el epílogo en el que, por raro que parezca, se intenta redimir a Margarita como una esforzada madre. Es decir que es un duelo que termina en tablas.

El último duelo es una producción de Reino Unido y Estados Unidos de Scott Free Films, Jennifer Fox y Nicole Holofcener. Walt Disney Studios Motion Pictures es la encargada de la distribución en casi todo el mundo.

(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)