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VENECIA 2021 Fuera de competición

Crítica: Last Night in Soho

por 

- VENECIA 2021: Edgar Wright cree que algo huele a podrido en el estado del Soho en su deliciosa locura

Crítica: Last Night in Soho
Anya Taylor-Joy en Last Night in Soho

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, de Edgar Wright es una desquiciada fábula de moda retro y la historia de un pasado que se niega a marcharse aunque se le pida de buenas maneras, el tipo de película que probablemente entretenga sobre todo a su creador. Al igual que Grindhouse, aquel extraño experimento de Rodríguez y Tarantino, esta película, que participa fuera de competición en el Festival de Cine de Venecia, está rodada con amor y con cuidado al detalle, puede que demasiado. Con un amor que quizá no comparta todo el mundo.

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Con la ayuda de la coguionista Krysty Wilson-Cairns, Wright se centra esta vez en las chicas ingenuas. Sí, Eloise (Thomasin McKenzie) es una diseñadora de moda en potencia que llega a la gran ciudad, pero esto no es In Fabric [+lee también:
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, aquí no hay ningún vestido maldito que empieza a atormentar a la gente, sino sueños de una vida disfrutada y luego hecha añicos. El presente es una lucha continua para Ellie y probablemente siempre ha sido así, de ahí que prefiera echar la vista a los tranquilos años 60. O mejor dicho, a una determinada imagen de aquella década, con sus melosas melodías y sus vestidos Biba, todo impoluto. Cuando entiende lo que le decía todo el mundo: “Londres es mucho Londres”, y se muda a una habitación que alquila una mujer mayor (Diana Rigg, en su último papel), se acerca un poco más a su sueño.

Como preguntaba Billie Eilish: “Cuando nos dormimos, ¿adónde vamos?”. La respuesta es: al Soho. En sus sueños, Ellie empieza a seguir a la estrella en potencia Sandie (Anya Taylor-Joy, todo ojos y carisma), que antes vivía en la que es ahora su habitación. Ambas tienen una ambición, pero parece que Sandie es la única que tiene el empuje necesario. Se establece entre ellas un vínculo que las lleva a lugares insospechados. En un principio, Ellie quiere ser ella. Luego quiere huir de ella porque ser testigo de la vida de Sadie deja de ser divertido. Pero no será tan sencillo y la gente que la rodea también empieza a preocuparse. En el fondo, la lacra de la enfermedad mental ha dejado huella antes en su familia y no es deseable estar a punto de acuchillar a tu compañero de estudios con unas tijeras.

En las primeras entrevistas que ha concedido Wright sobre la película ya ha mencionado los peligros de “idealizar el pasado”, y tiene toda la razón: qué fácil es dejarse llevar por la nostalgia y por el deseo de volver a un tiempo en el que la música era mucho mejor y la gente era diferente. ¿O quizá nada de esto fuera así en realidad? ¿Y si el dolor fuera el mismo y hubiera menos opciones de escapar? A pesar de su colorido y sus apabullantes melodías, esta fábula es verdaderamente oscura y oportuna. Plantea cuestiones sobre el consentimiento y el trauma sexual, además de algunas visiones desconcertantes.

Algunos de los temas referentes al poder de la mujer parecen metidos un poco con calzador, y el personaje de Michael Ajao, el confidente y objeto de deseo de Ellie, parece existir únicamente para demostrar que no todos los hombres son malos. Pero no deja de ser una obra entretenida, bañada en luces de neón y al parecer inspirada en Repulsion, de Polański, lo que explicaría muchas cosas. Wright ha pedido a los periodistas que no destripen la película y que “todo lo que pase en Last Night in Soho se quede en el Soho”. ¡Quién sabe qué se agazapa en los lugares más recónditos! Y mientras tanto, si alguien se plantea entrar en esa casa…, si alguien se plantea abrir esa puerta…, si a alguien se le pasa por la cabeza comprobar qué hay en el sótano… ¡QUE NO LO HAGA!

Last Night in Soho es un producción del Reino Unido con el apoyo de Focus Features, Film4, Perfect World Pictures y Complete Fiction.

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(Traducción del inglés por Marcos Randulfe)

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