02/09/2021 - VENECIA 2021: Pedro Almodóvar combina el "estilo telenovela" con una seria lectura del pasado no resuelto de su país, demostrando que en este momento, puede hacer ya todo lo que quiera

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ficha de la película], la lustrosa aportación de Pedro Almodóvar a la sección oficial de Venecia, es una suntuosa producción con Penélope Cruz como líder espiritual, que podría estar entre “el Almodóvar raro” y “el Almodóvar vintage” de Todo sobre mi madre o, por ejemplo, Volver [+lee también:
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ficha de la película]. Esto se debe en gran parte a su decisión de combinar la historia descaradamente novelesca de dos madres que dan a luz a sus hijas al mismo tiempo, con serias reflexiones sobre fosas comunes olvidadas, que esconden los restos de los asesinados durante la Guerra Civil Española. Si ya echó la mirada atrás en la autobiográfica Dolor y gloria [+lee también:
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Q&A: Pedro Almodóvar
ficha de la película], aquí también desempolva algunos libros de historia. El resultado puede ser confuso, pero seguro que resulta interesante; un experimento irregular de un viejo maestro que prácticamente ha hecho de todo y que ha creado sus propios clichés.  

Esa película anterior, universalmente aclamada como una especie de despedida de Almodóvar, era fácil de entender y de creer. Ésta no lo es, y quizás se debe a su alcance y ambiciones. Aunque resulta divertida de analizar, Madres paralelas no consigue el impacto esperado. A pesar de que Cruz, para una, lo da todo, en su papel de Janis, una fotógrafa convertida en madre soltera que hace una nueva amiga en la sala de partos. Su madre, una hippie, la llamó Janis en honor a Janis Joplin, pero Ana (Milena Smit) no sabe quién es. Pero mientras ambas se sorprenden ante sus respectivos embarazos, Janis está más contenta. Ana, menor de edad, está asustada, ya que alberga traumas pasados. Poco a poco, se acostumbran a ello, a pesar de que el supuesto padre ausente de la hija de Janis —un famoso arqueólogo forense, que será útil— no parece reconocerse en la niña que lo mira desde la cuna.

Almodóvar, al igual que su guía espiritual, Douglas Sirk, siempre fue bueno en los melodramas maternales. A esta película no le falta drama, o kit de prueba de ADN, pero no hay pasión, y las cortinas blancas ondeando en el viento llevan inmediatamente a la concepción. La introducción de otro asunto de corta duración tampoco ayuda, por no hablar de que es una de esas historias donde todos descubren todo antes que los personajes, aunque tiene sentido: tienen niños pequeños a los que cuidar y, en una ocasión, hasta una niñera inútil.

Luego viene otra parte de la película, quizás la más importante: la búsqueda de los que murieron, nunca fueron encontrados y nunca se les dio el funeral que sus familias esperaban. Cruz —que deambula con una camiseta de Dior con el mensaje “Todos deberíamos ser feministas”, reproducida hasta el cansancio en las revistas de moda— hace un monólogo conmovedor sobre reconocer el pasado sin resolver de su país y la guerra que nunca terminará hasta que se encuentre a las víctimas. Es difícil ver cómo estas dos historias pueden encajar juntas, a pesar de que las preguntas sobre los ancestros y las raíces siguen apareciendo, y no hace falta decir que muchas escenas no encajan. Pero si hay algo que Almodóvar parece estar predicando aquí es la necesidad de terminar con los secretos, ya sea los que se pudren bajo el techo de una elegante casa de Madrid o en una fosa común que todos los habitantes del pueblo conocen y que nunca se ha abierto. Con esa escena final, el director se prepara para ajustar cuentas.

Madres paralelas, escrita por Pedro Almodóvar, ha sido producida por las compañías españolas Remotamente Films y El Deseo. FilmNation gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)