10/08/2021 - El documental de Saeed Taji Farouky narra la historia íntima de una familia birmana, en el contexto épico de la extracción manual de petróleo

La primera imagen de A Thousand Fires [+lee también:
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ficha de la película], el nuevo documental del director palestino-británico Saeed Taji Farouky (Tell Spring Not to Come This Year [+lee también:
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entrevista: Saeed Taji Farouky
ficha de la película]), que acaba de estrenarse en la Semana de la Crítica del Festival de Locarno, está entre las películas más épicas de este año. Es una llama grabada de la misma manera en que David Lynch grabó la explosión nuclear en Twin Peaks: The Return, como si el espectador estuviera en el centro del incendio. Pero, aunque este documental ambientado en Myanmar es impresionante a nivel visual, su argumento y enfoque íntimo se centran en una familia.  

El matrimonio compuesto por Thein Shwe y Htwe Tin regenta uno de los muchos campos petrolíferos en la región de Magway, donde se encuentra una de las industrias petroleras más antiguas del mundo. Pero “regentar” implica propiedad y riqueza. En cambio, ellos elaboran un barril cada pocos días, usando una torre de perforación manual. Hay un motor, cuerdas y ruedas que mueven el pistón, pero deben ser manipulados de forma manual, como en Pozos de Ambición, de Paul Thomas Anderson, ambientada hace 100 años. 

El principal objetivo de nuestros protagonistas es que sus hijos tengan una vida mejor. Es una familia muy unida: dos hijos adolescentes viven con ellos, y la hija mayor está de visita con su hija pequeña. Se centran en su hijo mayor, Zin Ko Aung, que no quiere seguir con la extracción de petróleo y todo lo que conlleva. Prefiere jugar al fútbol, y ellos confían en su talento. 

Estos trabajos manuales son muy duros, y los pozos petroleros que tienen que explotar se encuentran alrededor de su cabaña. Los dos operadores de cámara, Than Win Han y Joshua Min Htut (uno de los protagonistas de Burma VJ [+lee también:
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ficha de la película]), y los diseñadores de sonido y mezcladores, Maxence Ciekawy y James Bulley, captan la belleza de este mundo contradictorio. Durante el día, tararea, resuena y golpea, mientras que por la noche está en silencio. El lodo y el petróleo, ubicuos, se yuxtaponen a la exuberante vegetación tropical que los rodea, y el espectador casi puede sentir el calor y la humedad que los ambos tienen que aguantar mientras hacen su trabajo. Y luego, está el fuego, con su poder incuestionable.  

Al igual que estos contrastes se superponen y entrelazan en la vida de la familia, también lo hacen la religión y la superstición. Visitan a dos clarividentes, y “alimentan al dragón” en un ritual sorprendente y casi aterrador conectado con los pozos de lodo caliente. Pero también le rezan a Buda y llevan a su nieta para que se inicie en la religión. Uno de los clarividentes dice que Htwe Tin es codiciosa porque es una mujer, mientras que el otro dice que ella es la líder de la familia. Sin embargo, Farouky no se mete en eso. El director nos muestra una imagen íntima, los pequeños detalles de su relación y las decisiones importantes que deben tomar: el comentario social o el activismo quedan en segundo plano cuando experimentamos esta historia profundamente humana. 

Esta intimidad se ve reforzada por la relación de aspecto 4:3, pero también por pasajes de transición acompañados de la melancólica música de chelo y armonio de Fatima Dunn: estos fragmentos permiten al espectador reflexionar sobre el significado de la paternidad y de la familia, y sorprende lo fácil que es empatizar con estas personas que proceden de una civilización completamente distinta.

A Thousand Fires es una coproducción entre la compañía francesa Point du Jour-Les Films du Balibari, la suiza Akka Films, la holandesa Bind y la productora palestina May Odeh. Square Eyes gestiona los derechos internacionales.

(Traducción del inglés)