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CANNES 2021 Proyecciones de medianoche

Crítica: Tralala

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- CANNES 2021: Arnaud y Jean-Marie Larrieu ofrecen un musical disparatado y muy divertido sobre un músico vagabundo que se reinventa a sí mismo milagrosamente en Lourdes

Crítica: Tralala
Mathieu Amalric en Tralala

“Sobre todo, no seas tú mismo”. Tarareando este leitmotiv, Mathieu Amalric, el maravilloso intérprete principal de Tralala [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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, la nueva película de los hermanos Arnaud y Jean-Marie Larrieu, estrenada en sesión de medianoche de la Selección Oficial del 74º Festival de Cannes, atraviesa un extraño (por no decir místico) renacimiento, “un electrón libre, solo en los radares del azar, en el mundo y sus bellezas”. En su primera comedia musical, los cineastas franceses han encontrado el terreno ideal para su espíritu fantasioso, explorándolo con maestría e ingenio sin tomarlo nunca en serio y aprovechando la ocasión para efectuar un hilarante peregrinaje cinematográfico a Lourdes, su lugar de nacimiento.

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La situación no va bien en París para Tralala (Amalric), un cantante callejero cuarentón y sin dinero cuya vivienda está a punto de ser destruida. “Electrón fundido, colgado de los pies (…), abandonado, sin rumbo”: nuestro antihéroe, que improvisa a la vez que respira textos existencialistas de la canción francesa y se pasea por las calles con su guitarra eléctrica y su pequeño amplificador, se cruza con una chica amable vestida de azul (Galatéa Bellugi), que deja tras ella un poco de dinero y un mechero con el nombre de Lourdes. Para Tralala, es una revelación: era “La Santa Virgen”, y “sólo ella puede salvarlo”. Y así vemos a nuestro antihéroe, nuestro “pájaro gracioso en busca de cielo azul”, en el tren al día siguiente. En la famosa ciudad de peregrinaje de los Pirineos, una madre (Josiane Balasko), la encargada de Santa Lucía, reconoce en él a su hijo Pat, un músico amateur en busca de gloria que se marchó a Estados Unidos hace casi dos décadas. Mimado y querido, Tralala juega el delicado juego de la impostura improvisada, asume una nueva personalidad: ahora tiene un hermano (Bertrand Belin), sobrinos, exparejas (Mélanie Thierry y Maïwenn) que piden volver, y quizás una hija. Pero, ¿dónde está la mentira? ¿Dónde se esconde la verdad? ¿Quién es él realmente?

Tralala, creativa en la tranquilidad más loca, es una comedia musical particularmente satisfactoria. Los Larrieu, que juegan con un subtexto cristiano (“no volvemos de entre los muertos”), insertan con gran facilidad canciones y coreografías en un relato rigurosamente sutil bajo una apariencia de escritura automática divertida. Los directores, que privilegian “el gesto bonito y la palabra justa”, muestran, con muchas sonrisas, un reparto perfecto y un excelente director de fotografía (Jonathan Ricquebourg) que, para quien tiene fe en la vida y en el cine, “todo era posible, todo era melodía”.

Tralala ha sido producida por SBS Productions y Arte France Cinéma. Pyramide International gestiona las ventas.

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(Traducción del francés)

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