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CANNES 2021 Semana de la Crítica

Crítica: Rien à foutre

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- CANNES 2021: Adèle Exarchopoulos brilla en el papel de una azafata de vuelo de una compañía low cost en un original y contrastado primer largometraje firmado por Julie Lecoustre y Emmanuel Marre

Crítica: Rien à foutre
Adèle Exarchopoulos en Rien à foutre

“Todas las emociones que tienes, debes dejarlas a un lado. Estar en el presente. A nadie le importan tus problemas personales, lo que hiciste ayer, lo que harás hoy”. Con su primer largometraje, Rien à foutre [+lee también:
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, presentado en competición en la 60ª Semana de la Crítica del 74º Festival de Cannes, el dúo de cineastas franceses Julie Lecoustre - Emmanuel Marre presentan una doble faceta, la de una mujer joven sumergida en la inmediatez de su trabajo como azafata de vuelo en una aerolínea de bajo coste, pero que esconde una profunda tristeza cuyas causas deberá afrontar tarde o temprano. Un retrato muy moderno en sus paradojas y sus contradicciones, sus incertidumbres y su intensidad existencialista, que ofrece un bonito papel a Adèle Exarchopoulos.

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Aumentar las ventas, respetar las normas de seguridad, depilarse por si hay un encuentro sexual, encadenar rotaciones entre Milán, Miconos, Esauira, Varsovia, etc. (“en el mismo día, tenemos la suerte de ver el sol y la nieve”), publicar fotos de recuerdos y selfis en Instagram, un poco de ocio en la base (Lanzarote) en residencias impersonales con piscina donde comparte alojamiento con compañeros de trabajo, relajarse en la discoteca, encuentros fugaces (“me gustan las personas y dos horas después, ¡adiós!”): desde hace casi tres años, Cassandre (Exarchopoulos) trabaja para Wing y esta vida nómada no le disgusta, a pesar de la soledad y de que sueña con tener mejores condiciones en Dubái. Hay que añadir que pertenece a una juventud bastante fatalista (“yo no creo mucho en el cambio. Ni siquiera sé si estaré viva mañana”). Pero también tiene una razón muy personal de vivir en esta diversión permanente, sin compromiso: su madre murió en un accidente de tráfico. Un deceso cuyo capítulo deberá cerrar pasando una temporada con su familia (Mara Taquin interpreta a su hermana y Alexandre Perrier a su padre) después de una exigente formación de jefa de cabina que completa con éxito.

Prueba de sonrisa inamovible durante 30 segundos, gestión de pasajeros problemáticos, masaje cardíaco, contacto visual, objetividad, liderazgo, flexibilidad (“puedo ser rubia”): Rien à foutre describe con una precisión casi documental esta profesión en tránsito perpetuo, sin intención particular de denuncia, sino como constatación clínica de una despersonalización en la que la protagonista intenta disolver, esconder, sus heridas interiores. Pero para empezar de cero es necesario volver sobre uno mismo y reconciliarse con los demás. Un itinerario que Julie Lecoustre y Emmanuel Marre examinan sin moralismo, ni juicios, ni acontecimientos dramáticos, pero ralentizando el tempo de la historia, instalando la intimidad en toda su banalidad, pasando de un mundo brillante y solar a uno gris, hacia la oscuridad total. Una estructura narrativa original para una película que lo es tanto en su exposición como en su aceptación de los contrastes de la vida.

Rien à foutre ha sido producida por Wrong Men y coproducida por Kidam. Charades gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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