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PELÍCULAS / CRÍTICAS España

Crítica: Todas las lunas

por 

- Igor Legarreta narra un cuento triste, vampírico y tenebroso, donde una niña –víctima de las carencias de los adultos– queda anclada para siempre en la infancia

Crítica: Todas las lunas
Itziar Ituño y Haizea Carneros en Todas las lunas

En 2017, Igor Legarreta debutó en la dirección de largometrajes con Cuando dejes de quererme [+lee también:
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ficha de la película
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, coproducción hispano-argentina que mostraba un drama familiar con conflicto político, cierto humor y algo de romanticismo al fondo. Ahora estrena Todas las lunas [+lee también:
tráiler
entrevista: Igor Legarreta
ficha de la película
]
, un título en apariencia alejado de aquel pero con el que guarda ciertos paralelismos. Porque estamos hablando de un film que se inscribe dentro del género mitológico-fantástico, pero que no busca el susto y el terror fácil, sino la reflexión e, incluso, el existencialismo al abordar temas tan intensos como la inmortalidad, la fe y, como en aquella ópera prima, las complejas relaciones entre padres/madres e hijos.

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Sobre todo el cineasta vasco subraya con este cuento terrible ese oscuro lado egoísta del amor, cuando se piensa erróneamente que el ser querido es propiedad particular: aquí aparece una relación materno-filial asfixiante, cuando no se deja al vástago volar, o cuando se busca en la camada un remedio para la soledad y el vacío. En esta película, durante épocas convulsas de siglos pasados, una bruja (encarnada por Itziar Ituño) busca llenar sus carencias reteniendo a un ser herido que encuentra en el bosque (la primeriza en la actuación Haizea Carneros), al que no le aclara la letra pequeña del contrato que le propone firmar: en este caso, le condena a la inmortalidad.

Para narrar tan siniestra historia, Legarreta ha echado mano de un naturalismo mágico, aunque suene contradictorio, pues como el fotógrafo checo Jan Saudek, a quien el cineasta ha tenido presente en la puesta en escena, ha mezclado cierta crudeza y verismo con una especial utilización del color: una atmósfera de penumbra, pero nada  monocromática ni en falso blanco y negro, aunque la acción se inicia en el siglo XIX, con una parte inicial azul vinculada a la noche, una central con tonos cálidos y amarillenta, para terminar en una tercera donde el rojo es el dominante.

Además, la película rezuma aroma religioso cuando habla de la inmortalidad, de esa capacidad de trascender a la muerte, para contraponer la idea de que el deceso forma parte de la vida. También aborda cómo la fe promete, como remedio al miedo a desaparecer, una vida más allá. Así, los vampiros de esta película evitan el sufrimiento y el dolor, pero acaban condenados a una soledad eterna, alejada de la alegría; mientras el personaje de Cándido (Josean Bengoetxea) necesita sentirse vivo volviendo a amar… pero de manera generosa.

Todas las lunas es una producción de las compañías españolas Arcadia Motion Pictures, Kowalski Films, Pris&Batty FilmsIlargia Films, en coproducción con Noodles Production (Francia). Filmax se encarga de su distribución en cines españoles y de sus ventas internacionales. 

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