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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Estados Unidos

Crítica: Oxígeno

por 

- Alexandre Aja firma una obra de cámara, encerrada en una cámara criogénica, llena de suspense; una proeza de puesta en escena siguiendo un excelente guion de Christie LeBlanc

Crítica: Oxígeno
Mélanie Laurent en Oxígeno

“Se recomienda reducir su consumo para retrasar la asfixia”. El director francés Alexandre Aja, especialista en películas estremecedoras y de “supervivencia” (terror psicópata en Alta tensión, caníbales mutantes en Las colinas tienen ojos, caimanes en Infierno bajo el agua o Piraña 3-D), se lanza a la exploración de un nuevo territorio angustiante con Oxígeno [+lee también:
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, que se estrena en todo el mundo el 12 de mayo vía Netflix: la película del confinamiento.  

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Al igual que en Enterrado [+lee también:
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ficha de la película
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, de Rodrigo Cortés (2010), donde la trama se desarrollaba en el interior de un ataúd, Oxígeno enfrenta con brillantez el reto de una película cerrada, claustrofóbica, añadiendo elementos de ciencia ficción, ya que su protagonista se despierta de repente en una cámara criogénica, cubierta de electrodos y envuelta en un capullo de tela que debe romper por sus propios medios (un cinturón la sujeta por la cintura y sus pies están amarrados) para poder respirar correctamente. Y la respiración será un elemento crucial, como informa la imperturbable interfaz, llamada Milo y “programada para responder a sus nuevas necesidades”, a nuestra protagonista (interpretada por Mélanie Laurent): “fallo detectado, reservas de oxígeno dañadas, suspensión de la criogenia médica”. El nivel de oxígeno es del 36 % y se inicia una cuenta atrás hacia una muerte inevitable (y muy dolorosa) si la situación no evoluciona.   

“–¿Qué pasa? –Estás en un estado de gran agitación. ¿Quieres un sedante? –Quiero salir, quiero salir –No puedo acceder a esa petición por el momento”. ¿Quién es nuestra protagonista? ¿Cómo llegó allí? ¿Cómo puede salir? ¿Cómo contacta con el mundo exterior? Muchas preguntas para las que la joven, asustada, no tiene respuesta, perdida en una memoria que parece una niebla espesa, y atravesada por unos flashes que podrían ser tanto recuerdos reales como alucinaciones provocadas por la escasez de oxígeno. Mientras intenta canalizar sus emociones, que se encuentran al límite (“yo no estoy en una caja, no estoy en una caja”), “la bioforma ómicron 267” (como la llama la máquina) busca cualquier información para dar sentido a su clausura y una salida de emergencia. Pero todavía quedan muchas sorpresas por descubrir…

Unidad de tiempo, de lugar y de acción: Oxígeno explota a la perfección las reglas del drama clásico, añade elementos creíbles de ciencia ficción médica (procesadores, monitores de la actividad cerebral, regulación cinética, hipersomnia, polímero líquido, etc.) y se desenvuelve con habilidad en la doble vertiente de laberinto mental y tumba real de los que la protagonista intenta escapar. “Como el agua cuando registra el tamaño, la forma, la velocidad de un guijarro que cae, en forma de ondulaciones”, la película se desvela con sutileza ante el espectador y se amplía a lo largo de varios giros (sin spoilers), unidos por el excelente guión de Christie LeBlanc. Una mecánica de alta precisión que no se desvía de los cánones emocionales del género que tan bien domina Alexandre Aja, y cuya puesta en escena (que se apoya en los efectos especiales, el sonido y la música) saca partido al espacio reducido y a la atmósfera de la cámara criogénica para proporcionar una experiencia física donde la brutalidad y el intelecto son necesarios para conseguir un único objetivo: sobrevivir.

Oxígeno ha sido producida por la compañía francesa Getaway Films en asociación con la estadounidense Echo Lake Entertainment.

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(Traducción del francés)

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