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VISIONS DU RÉEL 2021 Competición

Crítica: Ostrov – Lost Island

por 

- La película de Svetlana Rodina y Laurent Stoop retrata el día a día, paradójico y poético, de los habitantes de la isla rusa de Ostrov

Crítica: Ostrov – Lost Island

Desde sus imágenes iniciales de pesca ilegal, Ostrov – Lost Island [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, que ha tenido su estreno mundial dentro de la competición internacional del Festival Visions du Réel, nos traslada a un lugar atemporal y apátrida, donde los límites y las leyes parecen escapar al entendimiento de sus habitantes. De hecho, apenas quedan recuerdos de la isla de Ostrov, una importante base aérea durante la Guerra Fría, famosa por sus abundantes reservas de peces (y especialmente por su caviar). En la actualidad, se trata de una cáscara vacía y ruinosa de su propio pasado, que solo vive en las mentes de los lugareños más ancianos. Estos recuerdos, transmitidos a menudo a través de una bruma alcohólica, se convierten en un bálsamo necesario que ayuda a aliviar los dolores de la vida cotidiana: la falta de carreteras, electricidad y, principalmente, la falta de trabajo desde la ilegalización de la pesca.

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De hecho, desde la caída de la Unión Soviética, la isla de Ostrov ha desaparecido por completo de los radares de un sistema político en el que los “peces pequeños” se ven obligados a luchar por su supervivencia, armados únicamente con los escasos recursos a su alcance. Como los peces que luchan por respirar en la costa que rodea el mar Caspio, los pocos habitantes que han permanecido en la isla, y que protagonizan este documental, como Iván y su familia, o la joven pareja que se mudó para huir de la agotadora vida en la ciudad, luchan a diario por sobrevivir. No obstante, donde realmente ponen el foco la directora rusa Svetlana Rodina y el fotógrafo y cineasta suizo Laurent Stoop es en los contrastes que caracterizan a la isla, que se mueve entre la necesidad de escapar muy lejos (¿pero, a dónde?) y una fe inquebrantable en el poder salvador de Putin; entre el abatimiento y los momentos de auténtica comunión, donde a pesar de todo sobreviven las sonrisas, los abrazos y un sentido del humor profundamente estimulante.

Imbuida de una atmósfera surrealista y próxima a la ciencia ficción, Ostrov – Lost Osland escudriña los rostros de los habitantes de la isla para extrapolar misterios que van más allá de las palabras, estas últimas dominadas por el discurso nacionalista y demagógico que inunda las pantallas de televisión del país (el único medio a través del cual los protagonistas pueden comprender el mundo). De esta forma, es precisamente en los momentos de inactividad, cuando la cámara parece desaparecer y la gente mira al infinito, cuando la verdad se abre camino. Aunque la fe inquebrantable en un futuro mejor (el intento de Iván de escribir una carta al propio Putin es especialmente conmovedor) parece eclipsar los problemas cotidianos, estos siempre encuentran la manera de hacerse notar: ya sea en las miradas de los habitantes, en los gestos repetidos hasta la saciedad, que se convierten en bailes macabros, o en las frases a medias que terminan con la casi surrealista conclusión “de momento, Ostrov es mi paraíso”. Agotado, Iván ofrece un análisis tan simple como certero: “para ellos (el gobierno, los poderosos), no somos más que inadaptados”, insignificantes fallos de programación que no podrán quebrantar la máquina perfectamente engrasada del aparato político. A pesar de las contradicciones y misterios que emanan de la isla, el mito de una identidad rusa inviolable es lo que impulsa a quienes todavía creen en el futuro; un placebo que los jóvenes parecen mucho menos dispuestos a tragar, atrapados entre dos realidades inconsistentes: un pasado glorioso que no les pertenece y un futuro casi imposible de imaginar. Entre la utopía y la distopía, Ostrov – Lost Island habla de la Rusia moderna, que se encuentra dividida entre la nostalgia y la cruda realidad.

Ostrov – Lost Island es una producción de DokLab GmbH, que también se ocupa de las ventas internacionales.

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(Traducción del italiano)

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