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FIFDH GINEBRA 2021

Crítica: Call Me Intern

por 

- Nathalie Berger y Leo David Hyde abren frente a nuestros ojos un mundo, el de las prácticas no remuneradas, que condena a muchos jóvenes a la precariedad

Crítica: Call Me Intern

Los jóvenes directores y activistas Nathalie Berger (Suiza) y Leo David Hyde (Nueva Zelanda), fundadores del colectivo artístico por los derechos humanos Collectif Bievre, han presentado su documental Call Me [+lee también:
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en la sección Special Screenings del FIFDH, en el que ofrecen un viaje a través de un mundo demasiado real, donde trabajar gratis se está convirtiendo en algo común. ¿Qué se esconde detrás de la palabra "becario"? ¿Qué sacrificios debe hacer un joven que está empezando en el mundo laboral y que se identifica con esta etiqueta? Pero, sobre todo, ¿podemos realmente definir un trabajo no remunerado (porque es un trabajo) que lleva a muchos jóvenes a un estado de precariedad, como algo ético y respetuoso con los derechos humanos? A través de su propia experiencia personal, documentada por Nathalie Berger, y la de otros becarios que han estado a punto de perderlo todo, Leo David Hyde nos guía por los entresijos de un universo paralelo al que solo tienen acceso unos pocos afortunados.

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En 2015, Ginebra se vio sacudida por la historia de David Hyde, un becario de la ONU que se vio obligado a dormir en una tienda de campaña a orillas del lago Lemán. Era imposible para él (o, al menos, muy difícil sin el “patrocinio” de su familia) sobrevivir a un período de seis meses durante el cual su trabajo era sinónimo de pobreza, al igual que para muchos otros jóvenes, atraídos por el poder de esta institución que inspira tanto respeto como miedo. La historia de Hyde se hizo famosa en todo el mundo, provocando un escándalo de proporciones planetarias. El documental del joven director neozelandés (convertido en operador encubierto) y su compañera suiza Nathalie Berger es una inteligente propuesta para denunciar las injusticias a las que se enfrenta una generación de millennials que se han visto obligados a someterse a años de trabajo no remunerado (encubierto bajo la infame etiqueta de “prácticas”) con la esperanza de ser contratados algún día por la misma institución que los animó a soñar.

Desde Ginebra, la investigación de Hyde y Berger se extiende a todo el mundo, exponiendo la forma en que esta máquina perversa (aunque legalmente aceptada) lleva a los millennials a una posición precaria, transformándolos en esclavos dispuestos a hacer cualquier cosa en nombre de un posible salario en el futuro. Los testimonios de dos jóvenes estadounidenses son especialmente conmovedores: Marisa, una becaria que trabajó en la campaña presidencial de Obama, y ​​Kyle, que trabajaba para un enorme sello discográfico (Warner) con sede en Nueva York. Ambos hablan con valentía y honestidad sobre sus experiencias, sobre las heridas abiertas provocadas por una etapa de sus vidas donde la esperanza en un futuro mejor los llevó a aceptar (casi) cualquier cosa, hasta que no pudieron más. No hay voces en off que acompañen este viaje, tan solo las voces de los propios protagonistas que hablan directamente a cámara, libres para expresarse y denunciar un sistema legalizado de esclavitud. Acoso sexual, discriminación racial (había pocos becarios afroamericanos ocupando puestos clave durante la campaña electoral de Obama, mientras que ​​Kyle era el único afroamericano en su lugar de trabajo) y explotación en todas sus formas (trabajando desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche en el caso del becario de Nueva York). Estas son solo algunas de las tristes realidades que plagan un mundo paralelo en el que el silencio se convierte en el camino escogido por muchos. Después de un período inicial de crisis, Kyle decide luchar (junto con otros becarios) y logra un acuerdo financiero con Warner Music (cuatro millones de dólares a repartir entre los demandantes).

Solo en Europa hay cinco millones de becarios, la mitad de los cuales no están remunerados. Una fuerza de trabajo necesaria que no siempre es reconocida por su valor. La explotación de los jóvenes solo sirve para resaltar las injusticias de clase, creando un mundo donde solo los hijos de familias acomodadas pueden trabajar gratis, actuando como si las necesidades materiales no existieran y lo único que importa es la “dedicación”. Call Me Intern ha abierto un importante debate, permitiendo que los becarios de todo el mundo se unan para manifestarse en defensa de sus derechos. El camino es largo, pero la meta parece un poco más cercana.

Call Me Intern es una producción de Collective Bievre Film Production Association (Ginebra) y Reportage (Ginebra). Collective Bievre también se encarga de los derechos internacionales.

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(Traducción del italiano)

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