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LES ARCS 2020

Crítica: Wolfwalkers

por 

- La cinta de animación de Tomm Moore y Ross Stewart es un hermoso relato sobre la amistad, el amor y el valor

Crítica: Wolfwalkers

Un nuevo título parece confirmar el éxito de la animación irlandesa. La película en cuestión es Wolfwalkers [+lee también:
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, de Tomm Moore y Ross Stewart, que se ha presentado en el Festival de Cine de Les Arcs (del 12 al 19 de diciembre). Los dos primeros largometrajes de Moore, El secreto del libro de Kells [+lee también:
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(el segundo codirigido junto a Nora Twomey), fueron elogiados y nominados al Óscar a Mejor película de animación. Stewart fue director de arte en El secreto del libro de Kells y artista conceptual en La canción del mar.

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La historia de Wolfwalkers, escrita por ambos directores y Will Collins (La canción del mar), está ambientada en Kilkenny en 1650, durante la colonización británica de Irlanda, una época de superstición y magia, donde los lobos eran considerados criaturas demoníacas y la naturaleza un elemento malvado que había que domesticar a cualquier precio. La película sigue las osadas aventuras de una joven y valiente (algo torpe) aprendiz de cazador. Robyn (interpretada por Honor Kneafsey) llega a Irlanda con su ave de presa, Merlyn, y su padre (Sean Bean) para aniquilar a la última manada de lobos que vive en los alrededores de la ciudad. Un día, Robyn salva a una niña salvaje llamada Mebh Óg MacTíre (Eva Whittaker) y así comienza una bonita amistad que la llevará a descubrir el misterioso mundo de Wolfwalkers y convertirse en aquello que su padre debe destruir. El principal punto de inflexión tiene lugar cuando la madre de Mebh, Moll (Maria Doyle Kennedy) —o, mejor dicho, su versión lobo—, es capturada, revolucionando aún más la vida de las dos chicas.

La película explora en profundidad el tierno vínculo entre Robyn y Mebh. A través de su amistad, niños y adultos aprenderán —o redescubrirán— el daño que causan los prejuicios y la discriminación, así como la importancia de aceptar el poder de la naturaleza y el cuidado del medioambiente, en lugar de luchar contra ellos. La representación del villano de la historia, Lord Protector (Simon McBurney), contemplando la ciudad, es bastante clásica pero consigue impulsar el conflicto principal y despertar la antipatía de los espectadores más jóvenes. Respecto a las características estéticas del cine de animación, Wolfwalkers destaca entre la multitud por su excelente animación dibujada a mano, donde los bordes afilados y las formas redondas y cuadradas crean personajes y entornos divertidos y agradables a la vista; acompañados de una banda sonora conmovedora, compuesta por Bruno Coulais. También destaca la participación el grupo de folk irlandés Kila y, en particular, su canción Howls the Wolf.

En definitiva, la película de Moore y Stewart es una historia de amistad, amor y valentía muy bien contada y notable a nivel visual. El relato ofrece un equilibrio entre momentos conmovedores e inspiradores, y otros alegres y divertidos. Por consiguiente, Wolfwalkers se dirige a niños y a adultos, y lo hace muy bien. 

Wolfwalkers ha sido producida por la compañía irlandesa Cartoon Saloon, la luxemburguesa Mélusine Productions y la francesa Folivari. La compañía francesa Haut et Court, con sede en París, la distribuirá en Francia.

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(Traducción del inglés)

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