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IDFA 2020

Crítica: Arica

por 

- ¿Cómo puede una gigante minera de Suecia destruir miles de vidas en un pueblo del desierto de Chile? La respuesta está en el nuevo documental de Lars Edman y William Johansson Kalén

Crítica: Arica

Los espectadores pueden salir impactados, enfadados o ambas cosas después de ver Arica, el poderoso documental de Lars Edman y William Johansson Kalén, que se ha estrenado en la sección Frontlight del Festival Internacional de Documentales de Ámsterdam (IDFA) 2020. Antes de empezar a trabajar en Arica, el dúo de directores se conoció en una escuela de cine en Chile, y ya abordaron el mismo escándalo hace diez años en su debut como directores, Toxic Playground. La película, que al principio iba a ser un proyecto de fin de carrera, llevó al mayor caso de responsabilidad empresarial transnacional de Escandinavia. 

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Pero, ¿qué ocurrió en Arica? A mediados de los años 80, Boliden, el gigante sueco de la minería y la fundición, envió gran cantidad de residuos tóxicos a Chile, donde se suponía que iban a ser procesados por Promel, una empresa local. Sin embargo, sólo una parte de los residuos fueron procesados en una planta puesto que la mayoría fueron desechados en las inmediaciones de un pueblo del desierto. Las consecuencias de este acto cruel todavía son visibles en la comunidad: sus habitantes han desarrollado varios tipos de cáncer, nacieron muchos bebés con malformaciones congénitas y miles de personas respiran grandes cantidades de arsénico. 

La película, que funciona como una especie de secuela de Toxic Playground, alterna con efectividad partes informativas que describen hechos y puntos de vista, bonitas tomas aéreas acompañadas de una lúcida narración en off, importantes testimonios grabados dentro y fuera de los juzgados, y declaraciones de víctimas directas del desastre. Joselyn, una joven que le puso a su primer hijo el nombre de los dos cineastas, representa un nexo entre el principio de la batalla retratada en Toxic Playground y el presente. Con gran lucidez y respeto, Edman y Kalén (junto con expertos y otras personas dispuestas a apoyar la causa justa de Arica) ponen sobre la mesa varias pruebas y puntos de vista que demuestran que la decisión de dejar los residuos junto a un núcleo de población era más que un simple acto de negligencia. El otro “lado de la barricada” también está representado y ambos directores les ofrecen la oportunidad de compartir su perspectiva. Sus respuestas, a menudo evasivas, desdeñosas y unilaterales, hablan por sí solas. 

El argumento principal de Boliden es que no hay pruebas de que el alto nivel de arsénico registrado en la orina de las víctimas y las consecuencias que han sufrido estén directamente relacionados con la presencia de residuos, y que son el resultado de su dieta, ya que pueden haber comido pescado contaminado. Sin embargo, la presencia de peces en la dieta local es mínima, por no decir ausente, debido a su elevado precio.  

En resumen, la película es poderosa y resulta muy fácil empatizar con la comunidad de Arica. La batalla está muy bien contada y la película arroja luz sobre un caso vergonzoso de colonialismo moderno. Sin embargo, es necesario contar un spoiler. Después de perder su causa en 2018 con una sentencia favorable a Boliden, que rechazaba el veredicto de los jueces chilenos sobre las responsabilidades de la compañía y despenalizaba sus fechorías, perdieron otra apelación en 2019 (sólo porque los supuestos delitos prescribieron). Por el momento, el Tribunal Supremo Sueco no ha dictaminado que las víctimas de Arica dejen de apelar y Boliden amenaza con demandar a los abogados de Arica para hacerles pagar los costes legales, una suma cercana a los 5 millones de dólares. Una vez más, los hechos hablan por sí solos. 

Arica ha sido producida por el estudio sueco independiente Laika Film & Television y coproducida por Clin d'Oeil Films (Bélgica), Aricadoc (Chile), Relation04 Media (Noruega) y Radio Film Ltd (Reino Unido). La compañía suiza Lightdox gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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