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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Azerbaiyán

Crítica: Bilesuvar

por 

- Elvin Adigozel crea una cinta atmosférica y existencialista, esbozando con cinco relatos un retrato elíptico del día a día y el horizonte evanescente del corazón de Azerbaiyán

Crítica: Bilesuvar

“¿Qué ha hecho? ¿Qué hace? ¿Qué va a hacer?” Bilesuvar [+lee también:
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, de Elvin Adigozel, que se estrenó en Busan (en el programa New Currents) y esta semana compite en la 42ª edición del Festival de los 3 Continentes de Nantes (celebrado online), explora con pequeños toques sugerentes la realidad y las incertidumbres de los habitantes de una pequeña ciudad del sur de Azerbaiyán, un modesto islote urbano perdido en el centro de una región donde “sólo se crían ovejas”. El cineasta (conocido por Chameleon [+lee también:
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) ofrece una radiografía de la humanidad en una ficción que roza el documental, a través de cinco relatos interconectados. Un territorio extraño, como suspendido en el tiempo, atrapado entre el fatalismo, el ingenio y las vagas esperanzas de un futuro prometedor (la radio anuncia con orgullo que el gran Premio de Fórmula 1 se ha prolongado en Azerbaiyán hasta 2023) . Un enfoque poco explícito, al igual que las imágenes mudas de paisajes que aparecen al principio de la película, como una invitación al espectador a crear su propio sonido y a llenar los silencios narrativos como le plazca. 

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En el primer capítulo, titulado “No vayas a buscarme”, el joven Niyameddin mata el tiempo mientras espera el momento de irse a hacer el servicio militar. Deambula entre el fango del campo y la oscuridad de la ciudad, juega a las cartas en una barraca en desuso donde sus amigos comentan su situación (“intenta convertirte en suboficial. Si vuelves, serás pastor como yo. Ve a ganar dinero”) y rompe por teléfono con su novia (“no me volverás a ver nunca, no volverás a escuchar mi voz, no te llamaré más”). Su camino se cruza con el de Tofig, un profesor casado cuya profesión es un verdadero sacerdocio (“dijo que iba a dejar de enviar a su hijo a la escuela, que debía quedarse en casa para ocuparse del rebaño. Intenté explicárselo pero no hubo nada que hacer”), algo que le recuerda un compañero de viaje (“ayudar a los aldeanos no sirve de nada… ¿Cuánto ganas como profesor? Vente conmigo a Rusia, te encontraré un trabajo. Sacrificaste tu vida aquí para enseñar”). A continuación, la película pasa al episodio “Tú no significas nada para mí”, centrado en Ilgar, un director y actor de teatro que intriga para separar a sus intérpretes, la pareja clandestina formada por la atractiva Gunel y Cahangir (que está casado con otra mujer), y acaparar a la joven. La protagonista del siguiente relato también es una artista (“No te preocupes”), otra Gunel, cantante muy apreciada en las bodas que quiere grabar un videoclip con Kamran, un operador de cámara sin dinero cuyas decepciones (muy divertidas) alimentan el último capítulo de la película (“A veces desaparece”). 

Bilesuvar, que explora distintos géneros (del drama puro a la comedia, pasando por el vodevil) bajo su oscuro realismo sociológico (marcado por la soledad, la falta de dinero y de perspectivas de futuro), se desarrolla en el registro “comemos, bebemos, discutimos, contamos anécdotas”, y capta el espíritu de varios lugares (un parque, un café-restaurante, una piscifactoría artesanal, etc.). Un viaje sugerente por la austeridad que dice mucho de Azerbaiyán sin tocarlo, y sobre un cineasta que sabe observar y traspasar la penumbra sin imponer nada al espectador, libre de elegir lo que desea. 

La película ha sido producida por la compañía francesa Caractères Production (que también gestiona las ventas internacionales), en colaboración con Adari Films y Memuar Films (Azerbaiyán).

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(Traducción del francés)

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