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PELÍCULAS / CRÍTICAS Bosnia y Herzegovina

Crítica: Full Moon

por 

- El primer largometraje de Nermin Hamzagić, lejos de ser una obra genérica y didáctica que le dice al espectador qué está bien y qué mal, es un interesante estudio de personajes

Crítica: Full Moon
Boris Ler (izquierda) y Alban Ukaj en Full Moon

En su primer largometraje, Full Moon [+lee también:
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ficha de la película
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, nominada recientemente al premio EFA Discovery Award, el cineasta bosnio Nermin Hamzagić emplea el habitual enfoque de analizar los problemas y las injusticias de una sociedad a través del prisma de uno de sus principios fundamentales en un periodo de tiempo limitado. En este caso, se trata de una estación de policía en el transcurso de una noche (de luna llena).

Hamza (el excelente actor de origen kosovar Alban Ukaj, que se llevó el premio a la mejor interpretación por este papel en el Festival de Cottbus) es un inspector de policía en Sarajevo. La película comienza con su esposa, mayor que él, poniéndose de parto. Cuando llegan al hospital, Hamza recibe una llamada de su supervisor, Jasmin (Ermin Sijamija), avisándole de que debe presentarse en la comisaría para cubrir el turno de guardia, ya que no hay nadie más disponible.

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Hamza llega al recinto, donde pasará el resto de la noche atendiendo varios casos que ejemplifican los muchos problemas que atraviesa el país, un estado dividido y carente de justicia. Sin embargo, la forma en la que se desarrolla la película es mejor de lo sugiere esta descripción. Lo que podría haberse convertido en otro ejercicio didáctico y moralista se presenta en realidad como un estudio de personajes alrededor de su protagonista, su ciudad y su tierra natal.

Un vendedor ambulante, arrestado después de negarse a pagar un soborno a uno de los compañeros de trabajo de Hamza; un hombre con un hijo enfermo de cáncer, que usa su coche para arrancar un cajero automático de la pared y así poder pagar la operación del niño (una interpretación conmovedora de Boris Ler); una joven menor de edad, a la que encuentran ofreciendo favores sexuales a un anciano en un aparcamiento... Estos personajes sirven para demostrar cómo una sociedad injusta, que no se preocupa por sus ciudadanos de a pie, puede llegar convertir a una persona decente en un criminal. No obstante, gracias a un guion convincente (aunque con una estructura tradicional) coescrito por Emina Omerović, con diálogos que no resultan demasiado artificiosos, así como al meticuloso trabajo del director con los actores, cada una de estas historias resuena por méritos propios.

El tema de Full Moon es muy susceptible al habitual sentimentalismo exagerado del cine bosnio, del que Hamzagić parece ser muy consciente. Por eso, estos sencillos problemas se ven compensados con matices que rompen con una representación maniquea en blanco y negro: Hamza también se ha beneficiado de la extorsión (así pagó la FIV de su esposa), uno de los presos es un criminal realmente violento y los actos de bondad de nuestro héroe son castigados una y otra vez, en lugar de ser recompensados.

Si hay un elemento cuestionable en la película, es la aparición de un joven que merodea inexplicablemente por el recinto en medio de la noche, y a quien solo Hamza puede ver. Podría representar un ángel de la guarda, una personificación de la conciencia o un recordatorio de una versión más joven e inocente del héroe, pero independientemente de cuál sea la idea, lo cierto es que no se desarrolla más allá del sentimiento disociativo de ver a un niño rubio con un impermeable amarillo brillante vagando por un oscuro recinto en medio de la noche.

La película de Hamzagić, que se desarrolla en interiores teñidos de un verde monótono e institucional, evita emplear toques de pornografía de miseria poscomunista. Con sus archivadores, casilleros y baldosas apagadas, la iluminación oscura y anaranjada de las celdas del sótano y las profundas sombras de la dirección de fotografía, a cargo de Amel Djikoli, Full Moon se parece más a un programa de televisión nórdico de género negro que a una cinta de la Nueva Ola Rumana.

Full Moon es una producción de la bosnia SCCA/PRO.BA - Sarajevo Center for Contemporary Art.

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(Traducción del inglés)

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