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SITGES 2020

Crítica: Boys from County Hell

por 

- En el bar de la película de Chris Baugh se reúne la fauna local y se engatusa a aquellos turistas desaprensivos que desean visitar la legendaria tumba del vampiro local: ¿te tomarías aquí una pinta?

Crítica: Boys from County Hell
Jack Rowan en Boys from County Hell

Lo mejor de quienes acuden fervientemente al Festival de Cine Fantástico de Cataluña, que se celebra cada octubre –desde hace 53 años– en la ciudad costera de Sitges, aparte de ver de cerca a monstruos perfectos como Najwa Nimri (que recogió la semana pasada un premio de Honor) y a través de zoom a David Lynch (que recibió el Gran Premio Honorífico de Sitges 2020 desde una pantalla de plasma, en la clausura del ciclópeo certamen, el pasado domingo), es que la risa abunda, el cachondeo se palpa y los abucheos arrecian con frecuencia. La agro-producción entre Irlanda y Reino Unido Boys from County Hell [+lee también:
tráiler
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, dirigida por Chris Baugh, que formó parte de su sección Panorama Fantàstic, sigue esta estela festiva, con resultados desiguales.

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Porque, aunque lo intente, el guion que el cineasta ha escrito junto a Brendan Mullin –que ya unieron fuerzas hace siete años en el cortometraje homónimo y tres en el film Bad Day for the Cut [+lee también:
tráiler
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– no llega a la originalidad de aquel Un hombre lobo americano en Londres del maestrísimo John Landis que advertía a los mochileros que no debían dar una vuelta por el páramo las noches de luna llena; ni tampoco alcanza las cuotas de risotadas incontinentes que provocaba Zombies Party, de Edgar Wright, una de las cumbres del festín zombi que ha hecho más que escuela. Pero Boys from County Hell –protagonizado por Jack Rowan, Nigel O’Neill y Louisa Harland, que se lo han pasado en grande rodándola– lo intenta y por momentos lo consigue, pero no siempre.

La trama tiene lugar en un pueblo irlandés donde nada más y nada menos que el papá de Drácula, Bram Stoker, se tomó unas pintas en el pub local. Certeza o leyenda, algunos incautos turistas llegan hasta este remoto rincón del orbe con ganas de hacer lo mismo y, de paso, visitar un montón de piedras que, aseguran los lugareños, es la tumba de un vampiro con muy malas pulgas, como todos los de su género. Pero la noche que accidentalmente se despierta ese maldito chupasangre, el pueblo dejará de ser un páramo aburrido para convertirse en una sangrienta pesadilla, donde un padre que nunca ha dado un abrazo tendrá que confraternizar con su vástago en lucha contra el mal.

El dúo Baugh-Mullin aprovecha esas circunstancias para desplegar sus gags en una película con varias escenas de acción donde resulta fundamental saber cómo se mata a un vampiro, porque quizás no basten las estacas que hemos vistos en las películas de la Hammer, ni el sol los derrita como a Christopher Lee. Con música heavy metal ensordeciendo sus momentos más delirantes –que los tiene– Boys from County Hell deja entrever entre sus costuras gamberras algún mensaje ecologista y bromas sobre el recio carácter rural irlandés.

Boys from County Hell es un film de la compañía de Belfast Six Mile Hill Productions, coproducido por la irlandesa Blinder Films, en asociación con Egg Studios e Inevitable Pictures.

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