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SITGES 2020

Crítica: La vampira de Barcelona

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- El film histórico de Lluís Danés, premio del público en Sitges, destaca por su creativa puesta en escena y por su denuncia de pretéritos abusos clasistas

Crítica: La vampira de Barcelona
Nora Navas (centro) en La vampira de Barcelona

Compitió en la Sección Oficial del 53º Festival de Sitges, que se clausuró este pasado fin de semana, La vampira de Barcelona [+lee también:
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, de Lluís Danés, título que se alzó con el premio del público a la mejor película del certamen. Basado en hechos reales y legendarios, el largometraje –de corte histórico, pero de artística y osada narrativa– demuestra que las cortinas de humo llevan más tiempo ocultando las verdades de lo que pudiéramos imaginar.

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El guion de Lluís A. Martínez (Salvador (Puig Antich) [+lee también:
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) y María Jaén (La fuerza de un silencio) traslada su acción a la Ciudad Condal de 1912: mientras una clase social se va enriqueciendo con los avances industriales, otra gran parte de la vecindad se pudre en la miseria. La desaparición de una niña rica hace saltar las alarmas policiales y un periodista, adicto a la morfina y que carga con un trauma familiar (encarnado por Roger Casamajor), comenzará una investigación que le llevará a un burdel del barrio de El Raval, donde se comenten atrocidades innombrables.

Cuento gótico de terror, La vampira de Barcelona reconstruye en un gran estudio de cine aquel ambiente malsano, clasista y tenebroso de comienzos del siglo XX, con un formidable trabajo de iluminación, ambientación y vestuario (diseñado por Mercè Paloma), absolutamente supeditado a crear una atmósfera de pesadilla laberíntica. Todo ello acentuado por un uso sorprendente de la animación en ciertos momentos, el blanco y negro, las sombras y los colores intensamente saturados (gentileza de Josep María Civit, que también estuvo en Sitges con su labor en Baby [+lee también:
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, de Juanma Bajo Ulloa), construyendo así un gran fresco que, según ha manifestado su director, se basa en trabajos pictóricos de Ramón Casas, Francesc Masriera y Santiago Rusiñol.

De este modo, una crónica de sucesos se despliega ante los ojos del espectador como uno de esos libros para niños que van descubriendo su naturaleza tridimensional según se pasan sus páginas, en este caso sus creativas secuencias, algunas de gran –y a la vez terrible– belleza. Mientras esta película –que recuerda en temática y aroma a La parada de los monstruos (Freaks), de Tod Browning; El hombre elefante, de David Lynch; La pequeña, de Louis Malle, y Asesinato por decreto, de Bob Clark– denuncia que el sensacionalismo mediático y la explotación del morbo se inventaron para distraer al pueblo de los abusos de los poderosos.

Lluís Danés (Arenys de Mar, 1972) demuestra así manejar con solvencia distintas disciplinas artísticas, destacando en la dirección teatral, aunque también dirigió películas y programas para la televisión, varios documentales y Llach: la revuelta permanente (2006), que llegó a la cartelera. Completan el reparto de este oscuro episodio de la historia de la capital catalana formidables intérpretes como Nora Navas, Sergi López, Bruna Cusí, Pablo Derqui, Mario Gas, Nuria Prins y Francesc Orella.

La vampira de Barcelona es una producción de Brutal Media y Filmax (que se encarga también de su distribución y de sus ventas internacionales), que cuenta con la participación de TV3 e ICEC. Llegará a las salas de cine españolas el próximo 20 de noviembre.

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