13/10/2020 - En su película presentada en Moscú, Marian Crişan muestra cómo la corrupción puede contaminar incluso a los que tienen el corazón más puro

Diez años después de haber explorado los problemas de comunicación entre un residente en un pequeño pueblo fronterizo y un inmigrante ilegal de camino a Alemania en su primer largometraje, Morgen [+lee también:
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ficha de la película], el director rumano Marian Crişan vuelve a una dinámica similar de mala comunicación en su cuarto largometraje, The Campaign [+lee también:
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entrevista: Marian Crişan
ficha de la película], que acaba de estrenarse en la sección principal del Festival Internacional de Cine de Moscú.

El guion, escrito por Crişan y Gabriel Andronache (en cuya novela, Ich bin ein Berliner, se inspira libremente), sigue a Viorel (Ovidiu Crişan), un conductor de tractores de Salonta, un pequeño pueblo de Transilvania, cuya sencilla vida cambia después de ayudar a los pasajeros de un coche de alta gama que se avería cerca del campo donde trabaja. Uno de los pasajeros es Mocanu (Ion Sapdaru), un político de Bucarest que se encuentra en plena campaña para las inminentes elecciones al Parlamento Europeo, y la historia empieza cuando el político y su equipo aceptan la invitación de Viorel de alojarlos hasta que el coche sea reparado.

Pronto descubrimos que Mocanu está envuelto en una atmósfera de corrupción y que está siendo investigado por varias decisiones cuestionables que tomó en el pasado, por lo que ganar un puesto en el Parlamento Europeo es muy importante él, ya que le proporcionará inmunidad. Esta es la razón por la que Mocanu es capaz de hacer cualquier cosa para ganar las elecciones, y la película sigue cada uno de sus trucos publicitarios para acercarse a la comunidad que supuestamente lo votará.

El amor de Crişan por Salonta, el pueblo donde nació, se puede sentir en cada escena, mientras las excentricidades de Mocanu constituyen un interesante contraste entre los habitantes tranquilos y trabajadores que llevan vidas discretas y sin sobresaltos, y el ruidoso, rotundo, incompetente y deshonesto intruso que finge cada aspecto de su vida para posponer lo que parece una convicción 100 % segura. La película está diseñada como una serie de viñetas de las extrañas interacciones entre Mocanu y los habitantes del pueblo, una sucesión de acontecimientos que, desafortunadamente, usan recursos bastante repetitivos para añadir capas al personaje y destacar la distancia entre lo que se espera de él (servir a la sociedad, por ejemplo) y lo que es en realidad.

Aunque Crişan da un enfoque muy contenido y discreto a la historia, y el manejo de la cámara de Oleg Mutu crea una cierta distancia entre los espectadores y los personajes, The Campaign transmite un mensaje bastante claro: sugiere que la corrupción se expande y que hasta las personas más honestas pueden verse tentadas. Además, esto implica que cualquier cosa significativa puede ser secuestrada y convertida en una herramienta de apoyo al corrupto. Entre los varios intentos de Mocanu de integrarse con los votantes de Salonta, está su propia interpretación del famoso discurso “Ich bin ein Berliner”, de JFK. Hay algo perverso en usar este discurso como herramienta para poner en un puesto de poder a un hombre que debería estar entre rejas…

Además de cierta repetición en la forma en que Mocanu se relaciona con los que le rodean, The Campaign también sufre la increíble evolución del otro protagonista de la película, Viorel. Durante varios minutos lo vemos como un granjero afable, tímido, poco elocuente y torpe, que luego se convierte en un maestro de la manipulación y apoya con firmeza a su huésped el día de las elecciones. Este cambio puede resultar demasiado abrupto e improbable para los espectadores, pero ayuda a Crişan a transmitir el mensaje principal de su historia.

The Campaign ha sido producida la compañía rumana Rova Film y coproducida por Mandragora. Picture Tree International gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)