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ODESA 2020

Crítica: Everything Will Not Be Fine

por 

- Con su primer largometraje documental, el rumano Adrian Pîrvu y la ucraniana Helena Maksyom quizá no lleguen a donde querían, pero consiguen exactamente lo que necesitaban

Crítica: Everything Will Not Be Fine
Helena Maksyom y Adrian Pîrvu en Everything Will Not Be Fine

Es bastante habitual que un cineasta comience a trabajar en un tema determinado y acabe haciendo una película completamente diferente. Más aún cuando se trata de documentales, donde la investigación y los protagonistas a menudo te llevan en direcciones inesperadas. Con todo, pocas veces este proceso ha sido tan evidente como en Everything Will Not Be Fine [+lee también:
tráiler
entrevista: Helena Maksyom
ficha de la película
]
, el primer largometraje documental del rumano Adrian Pîrvu y la ucraniana Helena Maksyom, que acaba de recibir los premios a Mejor Largometraje ucraniano y Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Odesa (ver la noticia).

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Pîrvu nació en 1986, tres meses después del desastre de Chernóbil. Su madre embarazada fue a la Unión Soviética en un viaje de negocios y su hijo nació ciego. Después de varias operaciones, los médicos lograron recuperar la vista en su ojo derecho, pero en la actualidad todavía lucha contra el glaucoma.  A los 25 años, sintiéndose solo y sin rumbo en la vida, el joven decide hacer una película sobre personas que se vieron afectadas por el accidente nuclear. Como reconoce en la película, lo hizo para sentirse mejor consigo mismo.

Durante su búsqueda de entrevistados, encuentra a Maksyom en Kiev, una periodista con un trabajo de marketing bien pagado pero aburrido. Su enfermedad, aunque nunca llega a especificarse, tiene que ver con su columna vertebral. Tras someterse a una cirugía que no logra curarla por completo, pero que la ayuda a sobrellevar el dolor crónico, la mujer se une a Pîrvu para realizar la película. Ambos acaban involucrados sentimentalmente, lo cual es evidente desde la primera escena, donde se filman juntos en la cama, comiendo helado.

La pareja va a Chernóbil y a las zonas de Ucrania y Bielorrusia más afectadas por el desastre, y también a Múnich, para otra de las operaciones de Pîrvu. En cierto momento, Maksyom también se somete a una nueva cirugía en Lituania. A lo largo de la película, visitan a personas con diversas afecciones de salud, como ceguera o enfermedades óseas. Algunos de estos fragmentos son especialmente conmovedores, pero se mantienen al margen de la narrativa principal, que trata sobre la relación de los directores y su mundo interior. "Ninguna de las personas que conocimos se obsesiona con Chernóbil como la causa de su enfermedad. Simplemente lo han aceptado como un hecho y han continuado con su vida", dice la voz en off de Pîrvu.

El documental está estructurado casi como un diálogo entre los dos cineastas, utilizando también la voz de Maksyom. No obstante, es evidente que Pîrvu lleva las riendas, a pesar de que Maksyom emerge como un personaje más sobrio y lúcido, que está dispuesta a llamar a las cosas por su nombre y a ser honesta tanto con su pareja como consigo misma. Su relación es tierna y romántica, pero ¿es suficiente?

El título de la película es amargo, pero su intención es en realidad todo lo contrario a la desesperación. Los protagonistas siempre tendrán que lidiar con sus enfermedades, ya que no hay una solución definitiva. Son conscientes de esto, pero ambos lo aceptan de diferentes maneras.

El documental presenta una cualidad cruda e íntima que surge del hecho de que los dos directores/protagonistas usan la cámara casi como si estuvieran realizando un vídeo casero. Paradójicamente, esto es precisamente lo que convierte la película en algo tan poderoso: se superponen tantos aspectos personales que resulta imposible separar lo que representa la "vida real" de la parte "cinematográfica". La edición de Alexandru Radu es sobria y deja que el material respire, asegurándose de que el espectador sabe en qué momento y espacio se encuentra en cada momento.

Everything Will Not Be Fine es una coproducción entre las rumanas Hi Film Productions y microFILM, junto a la ucraniana Tato Film. La alemana Deckert Distribution tiene los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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