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SAN SEBASTIÁN 2020 New Directors

Crítica: Casa de antiguidades

por 

- El primer largo de João Paulo Miranda Maria entremezcla pasado y presente, realismo y fantasía, para ofrecer una hipnótica inmersión simbólica y política en el inconsciente colectivo brasileño

Crítica: Casa de antiguidades

En una subasta de ganado en el estado de Goiás, el locutor elogia la “impecable caracterización racial”, el “biotipo productivo” y “la herencia genética” (de sus padres Credit y Traveler) de un espectacular toro de Jatoba vendido en 16.000 euros. João Paulo Miranda Maria desarrolla la ambiciosa y extraña Casa de antiguidades [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, su primer largometraje, en el corazón de un Brasil con dos ritmos económicos (y raciales) muy diferentes y donde se superponen dos universos psíquicos. La película recibió la etiqueta Selección Oficial del Festival de Cannes, se proyectó en la sección Discovery del Festival de Toronto y en la sección New Directors de la 68ª edición del Festival de San Sebastián.

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Cristovam (Antonio Pitanga), originario del Nordeste, trabaja desde hace 20 años en la compañía lechera Kainz (“nosotros venimos de Europa a aportar innovación, una nueva perspectiva a este país nuevo”), que se ha trasladado al sur y apoya al movimiento separatista (“no podemos continuar siendo la región que paga más impuestos y recibe menos a cambio… Continúa recibiendo órdenes de la gente perezosa del norte… El referéndum es nuestro escudo contra el subdesarrollo del resto de Brasil”). De origen humilde, Cristovam, que vive solo con su perro en plena naturaleza, aislado del pueblo, acepta en silencio los sacrificios que requiere la supervivencia económica. Pero un soplo de aire fresco perfora en secreto su caparazón y lo impulsa entre dos mundos, a un lugar fantástico repleto de animales salvajes, donde los objetos y los espíritus antiguos toman posesión de su alma, y las lanzas se oponen a los cañones…

Alucinaciones, cambios de perspectiva, aullidos de una bestia, una máscara de Halloween y un cadáver: a partir de una casa abandonada, João Paulo Miranda Maria (que también escribió el guión) relaciona varias dimensiones y abre la ventana del presente a los espíritus ancestrales de su país. Los jaguares se abalanzan, hay toros de ojos de fuego, bosques brumosos, un universo paralelo se extiende por el microcosmos de la fábrica, el bar del barrio, los niños violentos, el racismo ambiental, la miseria social… Una especie de himno y un llamado a las raíces del pueblo brasileño, a los rituales purificadores y ocultistas del candomblé, que el cineasta enreda con un sentido muy desarrollado de la extrañeza, y que consigue mantener la curiosidad ofreciendo al espectador varias interpretaciones, además de un mensaje muy claro: “Ya es hora… Rezó y rezó para el mundo cambiara”.

Casa de antiguidades ha sido producida por la compañía brasileña BeBossa Entertainment y la francesa Maneki Films. Celluloid Dreams gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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