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DOCAVIV 2020

Crítica: The War of Raya Sinitsina

por 

- Efim Graboy aporta felicidad (e incluso un buen colocón) a su respetuosa, aunque algo convencional, película

Crítica: The War of Raya Sinitsina

The War of Raya Sinitsina [+lee también:
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, proyectada en la sección israelí del Docaviv, tiene una configuración bastante común: un joven director hace preguntas y una superviviente de la guerra se muestra reacia a dar todas las respuestas. Pero ella tiene sus motivos, ya que Efim Graboy empieza el documental con un truco: dice que va a interrogar a su protagonista, y luego inicia un juego de asociación de palabras: él dice “marido”; ella dice “olvidado”. Él dice “guerra”; ella dice “aterradora”. Él lo repite, una y otra vez, y al final la hace estallar: “¡No encuentro otra palabra!” A veces, no puedes describir algunas cosas o no quieres empezar a hacerlo.  

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Es un principio torpe, pero muestra algo que Graboy parece aceptar más tarde: puedes entrar en una película con muchas ideas, pero depende de tu protagonista marcar el ritmo. Sobre todo porque Raya, nonagenaria, no parece tener trucos y cuestiona los métodos de su director en cada oportunidad que tiene, así como sus conocimientos: “¿Cómo puedes hacer esta película si no sabes nada?”, pregunta. Pero después de interrumpirse el uno al otro durante un rato, él empieza a escuchar y ella empieza a hablar y a decir que podría enamorarse de él si fuese más joven. Aunque, adivina, ni siquiera es su tipo.

Es agradable observar esta amistad improbable y su desarrollo, que termina con ambos compartiendo un porro en un banco. Pero Graboy también se centra en otra historia: la forma en que la guerra es presentada en la actualidad, como algo triunfal, un acontecimiento glorioso que debe celebrarse con intensidad (preferiblemente con fuegos artificiales). Parece que a las personas como Raya les resulta más fácil no compartir alguna de sus historias (al menos, esas que, como dice ella, podrían causar pesadillas a las personas) y unirse a las celebraciones, asintiendo educadamente cuando alguien las llama “vencedoras”. Es una situación interesante puesto que Raya no acepta esta narrativa, consciente de los indescriptibles horrores que presenció, y aun así llama a alguien “héroe” más adelante (sólo porque podría necesitarlo). “Hay cada vez menos verdad sobre la guerra”, dice ella. Pero, en general, parece apegarse a la suya.

Es cierto que Graboy se beneficia de su sensata protagonista, fácilmente irritable pero fuerte, que lucha contra las contradicciones entre lo que se dice en torno a ella y sus propios recuerdos, como que en ninguna estatua conmemorativa de la guerra aparecen mujeres, que no tuvieron el periodo hasta el final de la contienda, o el recuerdo de una estudiante tumbada boca abajo en la nieve, con la falda enrollada. Es por esto que historias como esta, aunque reconocibles, siguen siendo cruciales (si queremos recordar, a través del ruido de todos esos discursos vacíos y flores cubiertas de plástico, entregadas a los veteranos, lo que era en realidad la guerra y, más importante, lo que no era. Mantén los fuegos artificiales.

The War of Raya Sinitsina ha sido producida por Yahaly Gat y el propio director para la compañía israelí Muse Productions.

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(Traducción del inglés)

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