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VENECIA 2020 Semana Internacional de la Crítica

Crítica: The Flood Won't Come

por 

- VENECIA 2020: El armenio Marat Sargsyan sorprende con un intensa, distorsionada y creativa cinta bélica, que entremezcla atropellos y metafísica en un ritmo repleto de planos secuencia

Crítica: The Flood Won't Come
Valentinas Masalskis en The Flood Won’t Come

“Toda la vida te han enviado a aconsejar a otros países sobre cómo matarse entre sí y ahora pisas tu propia mina”. Esta frase aterradora revela los conflictos de la conciencia y es terreno fértil para las perversiones y la famosa “banalidad del mal”: la guerra es un espacio-tiempo donde “obedecemos órdenes y no intentamos comprender”. El armenio Marat Sargsyan se centra de forma metódica en una atmósfera oscura, con una rutina militar implacable, pero variando los puntos de vista a un grado muy personal en su primer largometraje, la producción lituana The Flood Won’t Come [+lee también:
tráiler
entrevista: Marat Sargsyan
ficha de la película
]
, que compite en la 35ª Semana Internacional de la Crítica en el marco de la 77ª Mostra de Venecia.

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Después de un prólogo visualmente espléndido, donde seguimos a un dron que se infiltra en el corazón de unas montañas nevadas hasta llegar a una choza aislada, un viejo sabio da comienzo a la película (“nosotros ya habíamos perdido la guerra. Todo el mundo lo sabía. Ellos también lo sabían, pero aun así arrojaron la bomba”). La trama continúa con una patrulla en las tinieblas urbanas, el fuego, la devastación y la crudeza de un conflicto no especificado, más allá del hecho de que dos fuerzas se oponen. Después, la historia (un guión escrito por el propio director) se sitúa en el campo, en una aldea deshabitada donde está acantonado el regimiento del Coronel (el excelente Valentinas Masalskis). Este profesional experimentado y carismático recorre a paso largo y en soledad los alrededores, meditabundo y preocupado por la grave escasez de armas y alimentos que amenaza a su unidad. Ante todo, se resiste a las órdenes del cuartel general, que le pide que entregue a sus prisioneros, porque sospecha del tráfico de órganos; y negocia en secreto con el enemigo (un viejo conocido) para organizar un intercambio de presos. Durante ese tiempo, estos últimos, encerrados juntos, se entregan a violentos debates metafísicos sobre la guerra y la existencia o no de Dios, mientras que los soldados del regimiento parecen contaminados por la locura que reina en el ambiente, a veces interrumpida por explosiones puntuales… 

Al igual que la fabricación artesanal de balas expansivas y sus diferentes formas en función de la zona de impacto de fragmentación en el cuerpo, Marat Sargsyan cambia constantemente de punto de vista en cada secuencia (hay una fascinante a través de gafas de visión nocturna y térmica) y crea una atmósfera que oscila entre un realismo muy crudo y un imaginario cristiano. Como todo opera sobre un ritmo distendido por largos planos secuencia (en movimiento y fijo), el resultado tiene (muchos) altos y algunos bajos, pero es un objeto cinematográfico intrigante y muy bien pensado en sus formas básicas de reconstrucción de las sensaciones (a veces desagradables) de la zona del conflicto. Porque también hay muchas sorpresas y no menos importantes…

The Flood Won’t Come ha sido producida por Tremora. La compañía francesa Reel Suspects gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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