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VENECIA 2020 Fuera de competición

Crítica: Mandibules

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- VENECIA 2020: Quentin Dupieux vuelve a hacer del mundo un lugar mejor con una película divertidísima que parece un primo lejano de la “Trilogía Idiota” de los hermanos Coen

Crítica: Mandibules
David Marsais y Grégoire Ludig en Mandibules

Intentar predecir lo que hará a continuación Quentin Dupieux puede ser un trabajo realmente frustrante. Hablamos del hombre que dirigió una película sobre un neumático asesino e hizo que Jean Dujardin se enamorase de una chaqueta (de gamuza 100% y vintage, pero aún así…). Por eso no es de extrañar que Mandibules [+lee también:
tráiler
entrevista: Quentin Dupieux
ficha de la película
]
, presentada fuera de competición en el Festival de Cine de Venecia, se reserve una sorpresa muy particular dentro del maletero de un coche robado. Y, a pesar de la teoría de uno de los personajes, no se trata de un secador de pelo.

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Hablamos de una mosca gigante, siempre hambrienta y bautizada con el nombre de "Dominique" tras un par de latas de comida para gatos. Por muy deliciosamente ridículo que suene este concepto, lo cierto es que la diversión comienza mucho antes, cuando conocemos a dos tipos (Grégoire Ludig y David Marsais), un poco lentos, que podrían haber sido el resultado de una riña de borrachos entre los hermanos Coen y los Farrelly, aunque la camioneta de Dos tontos muy tontos ha sido reemplazada por una bicicleta en forma de unicornio. Sin dinero ni un techo bajo el que dormir, la única perspectiva de futuro que tienen es un pequeño encargo: entregar una maleta por 500€, con la condición de que nadie pregunte qué hay dentro. No obstante, antes de que esto empiece a sonar a Pulp Fiction, cabe mencionar que Dupieux está dispuesto a romper todas las reglas.

Aprovechando al máximo todo lo que puede ofrecer una "película de monstruos", con un insecto que se parece un poco a ET (sobre todo cuando está envuelto cariñosamente en una manta), el aspecto más extraño de la película de Dupieux logra encajar perfectamente en cierto momento: entre un hombre que “se revuelve en sueños”, normalmente hasta llegar al mar, y una Adèle Exarchopoulos con un “problema vocal” que la hace GRITAR MUY FUERTE en lugar de hablar, mientras guarda ocasionalmente heces de perro en los bolsillos. En este mundo, casi todo vale. Casi todo, porque a pesar del entrañable monstruo alado, Mandibules es una producción bien pensada y definida. Un buen ejemplo de caos controlado y, a fin de cuentas, una historia muy simple. Tan solo es extraño lo que sucede en ella.

Comunicándose con una mezcla de expresiones como "lo mega entiendo" y el saludo "toro", que se extiende rápidamente por todo el festival, como ha comprobado Cineuropa, estos tontos están tan entusiasmados con su trabajo como transportistas (nada que ver con Jason Statham) como con la llegada de Dominique. Manu, interpretado por Ludig (con el aspecto de un Lorenzo Lamas que ha estado a la intemperie demasiado tiempo), y su mejor amigo Jean Gab no tienen muchas opciones, pero parece que no les importa. Independientemente de lo que se presente en el camino de este desafortunado dúo, ya sea una maleta o una mosca gigante, ellos simplemente lo aceptan y siguen adelante, sin arrepentimientos, siempre que no se desperdicie comida.

Mandibules es una coproducción franco-belga producida por Hugo Selignac y Vincent Mazel para Chi-Fou-Mi Productions, en coproducción con Memento Films Production, C8 Films, Artémis Productions, Voo, Be TV y Shelter Prod. Wild Bunch International y WTFilms se encargan conjuntamente de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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