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LUXEMBURGO 2020

Crítica: Norie

por 

- El intimista documental de Yuki Kawamura, una excusa para hacer un necesario estudio de su familia, forma parte en estos momentos del programa LuxFilmFest Home Edition

Crítica: Norie

El cine de Yuki Kawamura, nacido en Japón en 1979, está profundamente marcado por la muerte y el recuerdo de los seres queridos. Después de los cortometrajes Senko (2008) y Grandmother (2009) y de su primer largometraje, Mirror of the Bride (2013), el director presenta Norie [+lee también:
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, donde atraviesa una etapa decisiva y cierra el ciclo dedicado a las mujeres de su vida. Esta vez, se enfrenta a la figura esencial de su madre fallecida de cáncer en 1984, a la edad de 32 años, cuando él tenía 2. Se llamaba Norie, y aunque Yuki se siente próximo a ella, no conserva ningún recuerdo.

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La película, proyectada el mes pasado en el Luxembourg City Film Festival después de su estreno internacional en Visions du Réel en 2019, ha pasado a formar parte del programa LuxFilmFest Home Edition, disponible en la plataforma vod.lu.

Primer punto fuerte de este documental intimista: sus imágenes de archivo. Son numerosas y sublimes, principalmente por lo que revelan de la vida de Norie antes de morir: era una mujer de carácter, pero siempre amable y afectuosa. Estas imágenes también son interesantes porque dibujan una crónica del Japón de los años 70 y 80, y reflejan de forma implícita las aspiraciones de los ciudadanos de un país en plena transformación, a caballo entre las tradiciones y la modernidad. Las fotos familiares, comentadas por amigos de la difunta o insertadas directamente en el montaje, constituyen el hilo de Ariadna de este apasionante relato.

Munemitsu, el padre viudo del cineasta que ha aceptado acompañar a su hijo en esta epifanía a través de los lugares que en su día recorrió Norie, lleva en las manos un álbum de fotos. Esto hace al anciano aún más adorable: lo que conoció junto al amor de su vida se convierte en una búsqueda dolorosa. Tras la muerte de su cónyuge, ha hecho todo lo posible por olvidar el pasado para cuidar de sus hijos y centrarse en su futuro. Frente a la cámara, debe someterse al desgarrador ejercicio de recordar. Los años dedicados a interiorizar la tristeza son visibles en el rostro del sexagenario, que intenta contener las lágrimas delante de su hijo. Hasta que se rompe, en una escena muy emotiva, sentado a la mesa en un restaurante de Sapporo al que no había vuelto en cuarenta años. Detrás de la cámara, Yuki Kawamura nos hace sentir toda la emoción que transmite. El documental es la excusa perfecta para una conversación familiar pendiente, una especie de expiación íntima.

El cineasta afirma: “Yo buscaba un medio para conocer a mi madre y lo he encontrado en las palabras de otras personas. Hablando con sus amigos y leyendo sus cartas, su cara ha ido apareciendo poco a poco”. La correspondencia que mantuvo Norie con sus allegados permite descubrir cosas sobre su vida, sus aspiraciones o su actitud frente a la proximidad de la muerte. Una narradora lee las cartas en voz en off, un elemento que da forma a la difunta y refuerza su presencia fantasmal. Además, el director acompaña la película con imágenes de bailes tradicionales de la Fiesta de los Muertos de Kansai, donde cada año las familias rinden homenaje a los suyos. El efecto obtenido es bonito, natural y deja una agradable sensación de sosiego.

La película ha sido producida por la sociedad luxemburguesa Les Films Fauves y el propio Kawamura.

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(Traducción del francés)

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