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PELÍCULAS / CRÍTICAS España

Crítica: El plan

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- Polo Menárguez traslada a la pantalla la tensión, el humor amargo y la crítica de la obra de teatro en la que se inspira su primera película, protagonizada por Raúl Arévalo y Antonio de la Torre

Crítica: El plan
Antonio de la Torre, Chema del Barco y Raúl Arévalo en El plan

La ya clausurada Pensión de las pulgas era uno de los tesoros más fascinantes del Barrio de las Letras, en la capital española. En la planta baja de un edificio de más de un siglo de vida, de genuino sabor castizo, que fue la vivienda de la legendaria cupletista La bella Chelito, se ubicaba un espacio teatral que era a la vez una vivienda española auténtica, con sus corredores, muebles antiguos y salones. Y el espectador (en un número limitado y escaso, dadas las características del lugar), nada más penetrar, se sentía parte del espectáculo, gracias a la ausencia de escenario y a la cercanía de los actores y actrices, a quienes podía alcanzar con su mano. Entre las muchas piezas vanguardistas, alternativas y atrevidas que allí se representaron destacó El plan [+lee también:
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entrevista: Polo Menárguez
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, escrita y dirigida por Ignasi Vidal que ha convertido en película –con el mismo título– el debutante en el largometraje de ficción Polo Menárguez.

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Este cineasta madrileño ha trasladado esta vez a los actores a un piso contemporáneo y con terraza, de un barrio obrero tipo Usera, Tetuán o Carabanchel. Allí ha metido a sus tres únicos actores: Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco, quien repite el mismo rol (el de Ramón) que durante años representó tanto en la Pensión de las pulgas como después en el teatro Pavón Kamikaze que dirige Miguel del Arco (Las furias [+lee también:
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). Y contemplando el film, el público, casi como en aquellos espacios teatrales reseñados, se siente igualmente cerca de los personajes, no sólo por las estrecheces del lugar donde se ha rodado, sino también por las similitudes psicológicas, hábitos sociales o de comportamiento que puede reconocer fácilmente en el trío protagonista.

Ellos son amigos en paro que una mañana quedan para hacer algo, pues, como reza el título del film, tienen un plan. Lo que sucede a continuación viene a ser la constatación de que muchas veces tenemos planes que, por mil causas, no se llevan a cabo. La desilusión, la frustración y lo poco eficaz que resulta planificar nuestra vida empiezan a sobrevolar sobre nuestros antihéroes, unos perdedores de manual. Por sus diálogos ágiles, sencillos y eficaces, se empatiza fácilmente con Paco, Ramón y Andrade, quienes, con sutileza y sin subrayados, empiezan a desnudar sus almas heridas poco a poco, a lo largo de una acción que transcurre en tiempo real. Y comienzan a brotar sus carencias, sus miedos, sus miserias…

Al principio la reunión tiene su gracia, algún chiste se escucha y la quedada destila ese aroma de camaradería masculina que tanto gancho demuestra, por ejemplo, en las películas de Tarantino. Todo va fluyendo, el foco salta de uno a otro de los hombres y los conflictos –aparentemente domésticos y cotidianos– también… hasta un final que hiela la sangre. Ahí es donde El plan se da la vuelta y deja al descubierto su crítica a la masculinidad tóxica, a la violencia más o menos contenida y una sociedad que ha estado demasiado tiempo engordando una bomba que un día estalla en nuestras propias manos.

El plan es una producción de Capitán Araña, con el apoyo del ICAA. De su distribución en España (en donde se estrena mañana viernes, 21 de febrero) y de sus ventas internacionales se ocupa Filmax.

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