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PELÍCULAS / CRÍTICAS Portugal

Crítica: Viveiro

por 

- Pedro Filipe Marques explica de dónde provienen los futbolistas en su tierno documental

Crítica: Viveiro

Según un famoso proverbio africano, se necesita una aldea entera para criar a un niño. En Viveiro [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, premiada como Mejor Película Portuguesa en la competición oficial del último Doclisboa, el cineasta Pedro Filipe Marques reflexiona sobre lo que se necesita para criar a una futura estrella del fútbol. Apartando literalmente la vista del campo, el documental de Marques se centra en todos las personas invisibles que cortan el césped, doblan los calcetines de los jóvenes futbolistas o limpian los asientos donde se sentarán sus padres orgullosos durante los partidos. En resumen, la película se centra en las historias que nadie escucha. Las historias de aquellos encargados de buscar calcetines, secarlos o averiguar quién se los ha olvidado. Con toda seguridad, no hay otra película en la que se vean tantos calcetines. "¡Hay muchísimos!", exclama un encargado en cierto momento. Ni te lo imaginas.

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Más allá de las bromas sobre calcetines, la cinta resulta absolutamente envolvente, de una forma casi milagrosa. Marques logra capturar a la perfección la atmósfera que rodea el campo de fútbol de Arcozelo. Escondidos en los pasillos, asistimos a los distintos cotilleos, quejas y conversaciones de los empleados, en las que se mencionan con naturalidad la muerte y el dolor. Los chavales van y vienen, haciendo ruido y sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor, pero los adultos permanecen allí. Tienen mucho trabajo que hacer, así que intentan pasar desapercibidos y continuar con su vida.

Adoptando un estilo observacional discreto, Viveiro no es especialmente innovadora en su enfoque, pero transmite una ternura genuina, especialmente por la forma en la que representa a todos aquellos que hacen posible este pequeño universo. Más allá de alguna queja o comentario ocasional, estos personajes no parecen tristes ni amargados. No envidian la gloria de las futuras estrellas del deporte. Al contrario, se saben de memoria el nombre de todos los chicos (y también de una chica solitaria que entrena junto a ellos), los animan cuando se lo merecen y valoran su dedicación diaria como si fuesen sus propios hijos. A continuación, se colocan el delantal y vuelven a su rutina de tareas repetitivas, que Marques muestra con todo lujo de detalles. Finalmente, la película aporta una conclusión simple pero desgarradora: aunque soñemos con un futuro brillante, tal y como nos enseñan las películas americanas, siempre hay alguien limpiando lo que ensuciamos.

Viveiro es una producción de Sandro Aguilar y Luís Urbano para O Som e a Fúria.

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(Traducción del inglés)

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