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BLACK NIGHTS 2019 Competición Óperas primas

Crítica: Finky

por 

- El debutante Dathai Keane firma el que podría ser el cuento de hadas más desagradable desde Biancabella y la serpiente, de Francesco Straparola

Crítica: Finky
Dara Devaney en Finky

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es un tipo realmente extraño. Presentada en la Competición de Óperas Primas del Festival Black Nights de Tallin, la cinta del irlandés Dathai Keane (filmada en dos versiones distintas de gaélico) se centra en un músico y titiritero fracasado (Dara Devaney), que intenta lidiar con el simple hecho de que su vida no va a ninguna parte. De hecho, se precipita tan deprisa que casi nos permite citar con convicción a Dorothy en El Mago de Oz, con su célebre “creo que ya no estamos en Kansas”, para añadir a continuación: “De hecho nos vamos a Escocia”. El pobre Totó nunca se lo habría imaginado.

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Después de una actuación fallida, que lo lleva a robarle dinero a la gente equivocada, Finky decide largarse a Glasgow con la intención de esconderse. Sin embargo, al igual que en cierta franquicia de películas de terror de los 90, el karma parece estar dispuesto a perseguirlo allá donde vaya. Una vez en Escocia, y tras un grave accidente de coche, Finky se ve postrado en una silla de ruedas y llevando un parche en el ojo. Más enfadado y amargado que nunca, acaba uniéndose a una compañía de circo bastante inusual. A partir de ese momento, serán necesarios algo más que unos cuantos aplausos y el apoyo de una chica para ayudarle a encaminar de nuevo su vida.

Esta historia extraña y oscura nunca llega a funcionar del todo, y esto se debe probablemente a razones financieras, ya que la cinta aspira a ser todavía más grande y alocada (al estilo de Terry Gilliam en sus mejores momentos, antes de empantanarse con su famoso Don Quijote). A lo largo de la película nos encontramos con muchos personajes peculiares y fascinantes, que invitan a Finky a unirse a su peculiar universo durante un tiempo. Sin embargo, a diferencia de las historias de Gilliam, centradas en personajes marginados pero bondadosos, estas figuras no son igual de agradables.

Lo realmente arriesgado de la cinta, y que probablemente le costará a Finky más de un reproche, es la decisión de Keane de renunciar por completo a la filosofía de crear "personajes con los que el público pueda empatizar". El director parece satisfecho al respecto, pero tal vez los espectadores no lo encuentren igual de atractivo, sobre todo a medida que asistimos al deterioro físico y emocional de Finky (una evolución francamente aterradora). De hecho, en un momento de desesperación, cuando una mujer intenta ayudarlo, él la agrede sexualmente. Se trata de una escena desagradable, una de las muchas que hacen que resulte muy difícil conectar con el personaje, ni siquiera cuando su comportamiento errático se vuelve más calmado. Por otra parte, si los Hermanos Grimm nos han enseñado algo, es que los verdaderos cuentos de hadas nunca fueron sobre personas encantadoras, sino que están llenos de violencia y sacrificios. Definitivamente no aptos para niños.

Finky es una producción de Pierce Boyce, Bríd Seoighe y Eileen Seoighe para la irlandesa Abú Media.

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(Traducción del inglés)

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