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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Canadá / Bélgica

Crítica: Sympathie pour le diable

por 

- Guillaume de Fontenay reconstruye el asedio de Sarajevo durante la guerra de Bosnia, mientras sigue los pasos de un reportero de guerra encarnado por Niels Schneider

Crítica: Sympathie pour le diable
Niels Schneider en Sympathie pour le diable

“En el soplo cálido de las explosiones, en el olor solemne de la sangre y del polvo, me sentía como en casa”. El periodista Paul Marchand, fallecido en 2009, era una persona que no dejaba indiferente. Con un cigarro cubano siempre entre los labios y una mezcla de arrogancia y gran corazón, pendenciero y provocador, buscaba la adrenalina y coqueteaba con los límites de la temeridad (“nunca se sabe si eres valiente o inconsciente”) y de la deontología de su profesión: era un profesional extraordinario, que buscaba la información allí donde otros no se metían y perseguía la verdad por muy cruda que fuese, mientras algunos de sus colegas preferían el lado emocional de los conflictos. En Sympathie pour le diable [+lee también:
tráiler
entrevista: Ella Rumpf
entrevista: Guillaume de Fontenay
ficha de la película
]
, el primer largometraje de ficción de Guillaume de Fontenay, este personaje fascinante se sumerge en el terrible asedio de Sarajevo durante el invierno de 1992. La película se ha estrenado hoy en los cines franceses a través de Rezo.

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“Siete meses después del inicio del asedio, los serbios rodean la ciudad. Cerca de 400.000 habitantes son retenidos como rehenes. Entre los disparos de los francotiradores y los de la artillería, una media de 329 obuses caen cada día”. Paul (Niels Schneider), que acelera a fondo, circula por una avenida desierta (apodada Sniper Alley) con su amigo, el fotógrafo Vincent (Vincent Rottiers) en el asiento del pasajero. Más adelante, les esperan 7 muertos y 19 heridos. Civiles inocentes deambulan por el asfalto y los dos reporteros transforman su vehículo en una ambulancia improvisada, antes de que Paul publique una crónica lapidaria difundida por France Info, Radio Canada, la RTBF y Radio Suiza romanda: “Un espectáculo visto una docena de veces, que se ha convertido en habitual a pesar de los llantos y los gritos de rabia; y sobre todo mucha impotencia frente a estas muertes (…) bajo la mirada impasible de la comunidad internacional”.

De la morgue a las ruedas de prensa de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (“los militares tienen normas que los civiles no ven”), pasando por los puestos de control bosnios y serbios para entrar y salir de Sarajevo con cordones formados por Chetniks (la peligrosas milicias serbias), la vida cotidiana de la pequeña comunidad de reporteros de guerra reunidos en el mismo hotel, el mercado negro de una ciudad donde falta de todo, la intensa escena musical nocturna donde se desahogan las tensiones con la traductora Bobana (Ella Rumpf) o las partidas de póker donde se contabilizan cadáveres: el insolente Paul ejerce su profesión de manera escrupulosa y audaz hasta el punto de que su consciencia y su disgusto le llevan a cruzar el límite y a salir de la neutralidad periodística…

Ritmo palpitante (con una cámara de mano muy ágil), luz desaturada orquestada por el director de fotografía Pierre Haïm, formato 4/3 inmersivo, mezcla equilibrada de violencia y pudor, interpretación muy creíble: Sympathie pour le diable, cuyo guión ha sido escrito por el director, Guillaume Vigneault y Jean Barbe, basándose en el libro homónimo de Paul Marchand, recrea con fuerza y exactitud un importante episodio de la historia europea reciente, mientras rinde un bello homenaje (que no esconde sus ambivalencias) a un periodista fuera de lo común (“Yo tenía que contar con palabras en ruinas, en una lengua inacabada, que las guerras no son otra cosa que un poco de ruido sobre mucho silencio, un fracaso pasajero cuando el silencio se vuelve demasiado insoportable, un sueño de un mundo mejor, aunque el sueño sea obsceno y turbulento”).

Sympathie pour le diable ha sido producida por la sociedad parisina Monkey Pack Films en coproducción con la compañía canadiense Go Films, la belga Nexus Factory y la lionesa Logical Pictures. Charades gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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