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IDFA 2019

Crítica: Barzakh

por 

- El documental de Alejandro Salgado es una historia poética sobre un grupo de chicos y su interminable espera para cruzar a Europa desde África

Crítica: Barzakh

El documental del director español Alejandro Salgado, Barzakh [+lee también:
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, se ha proyectado en la sección First Appearance de la presente edición de IDFA. Una vez más, el director decide contar la historia de un grupo de personas que se dirigen a la tierra prometida. Su primer mediometraje documental, titulado Bolingo: The Forest of Love, se estrenó en el festival hace tres años y giraba en torno a un grupo de mujeres que dejaron sus hogares en el corazón de África por un futuro mejor en Europa. En esta ocasión, Salgado ha decidido centrarse en la interminable espera de un grupo de adolescentes africanos que viven en las cuevas del exclave español de Melilla, su última parada antes de llegar a la Europa continental.

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La película está dominada por la oscuridad y fue grabada durante la noche. Los planos son cortos y suelen captar a los personajes desde cierta distancia; no alcanzamos a ver sus caras, sino sus sombras o perfiles, por lo que parecen sombras chinescas. Estas limitaciones constituyen la fortaleza y el punto débil de este documental; y son considerables, ya que la claustrofobia de las imágenes es única y acentúa la sensación de observar a “personas comunes”; pero por otro lado, también crea distancia emocional y representa un obstáculo al construir un vínculo empático con el espectador.

Las secuencias se caracterizan por una lentitud extrema, y esto es un elemento pertinente en un documental de estilo Esperando a Godot. De hecho, la espera de los chicos parece interminable e intentan matar el tiempo de todas las formas posibles: juegan a las cartas, rompen y queman papel, improvisan un partido de fútbol cerca de una fortaleza, beben té, y sobre todo, conversan en un intento de compartir un poco de calor humano y esperanza. También hablan sobre sus sueños de futuro, como encontrar una esposa, tener hijos y una vida decente.

El paisaje sonoro es un elemento clave en la historia: el siseo de las olas, el chasquido del fuego y los cantos sagrados musulmanes ayudan a realzar el punto muerto donde se encuentran los personajes. En general, también se pone énfasis en la dimensión religiosa: los chicos rezan y entonan cantos religiosos sobre el destino, la esperanza y las madres que dejaron atrás. Quizás la escena más sorprendente de la película se encuentra casi al final, donde uno de los chicos canta y se encomienda a Alá, junto a una cascada. Al principio, está camuflado y no parece humano pero después su figura se hace parcialmente visible, y vemos a un hombre de rodillas.

Desafortunadamente, el subtítulo que vemos en la pantalla al final de la película rompe parte del discurso y explica que los chicos que participaron en la película no son visibles porque preferían no revelar su identidad. Aquí, el director hizo de la necesidad una virtud, pero revelar la dinámica detrás de su (obligada) elección estética no hace justicia a su trabajo. Sería interesante ver lo que es capaz de hacer Salgado en un documental con otra temática o adoptando una nueva perspectiva en Barzakh y Bolingo, ya que ambos trabajos son similares en temática y características artísticas.

Barzakh ha sido producida por Irene Hens para la compañía española La Maleta Films, en colaboración con Canal Sur Televisión. La Maleta Films gestiona las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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