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PELÍCULAS / CRÍTICAS

Crítica: Vif-Argent

por 

- El primer largometraje de ficción de Stéphane Batut, que recibió el premio Jean Vigo después de su estreno en el ACID de Cannes, brilla por su audacia poética y romántica

Crítica: Vif-Argent
Thimotée Robart en Vif-Argent

"Ya no soy del mismo mundo que tú, pero regresé. Me dieron una segunda oportunidad ". Estrenada en cines franceses por Les Films du Losange el 28 de agosto, Vif-Argent [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, el primer largometraje de Stéphane Batut se aventura en un género muy inusual en la producción cinematográfica francesa: la película fantasmal. Pero el cineasta, reconocido director de casting y también autor de algunos documentales, se acerca a este territorio inyectando tanto una trama romántica como una fuerte dosis de realismo explorando París tal y como es hoy en día. Una combinación atrevida que asume por completo su extrañeza poética y los misteriosos ambientes relacionados con lo invisible, que sedujo a los seleccionadores de ACID con un estreno mundial el pasado mayo en Cannes, pero también al jurado del Jean Vigo 2019 y Festival de Cine de los Campos Elíseos en junio.

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"Antes de eso, era normal. Ya no me acuerdo". Juste (Thimotée Robart) entra en pánico cuando se despierta por la noche en el corazón del Parque Buttes Chaumont: los transeúntes ya no parecen verlo. Pero pronto, el joven conoce a Alpha (Djolof Mbengue) quien lo tranquiliza ("Te mostraré dónde tienes que esperar, alguien vendrá") y al día siguiente, una confrontación curiosa, como si fuera una visita médica, con Kramarz (Saadia Bentaïeb) se arroja luz sobre su situación y su futuro papel (el espectador tendrá que adivinar todo gradualmente y más tarde): ya no está vivo y tendrá que acompañar a los muertos hasta el Juicio Final. Continua con una elipsis temporal ("muchos años después") y encontramos a Juste, claramente visible, en las calles de París y cumpliendo su trabajo de barquero de almas, cruzando ocasionalmente muertos extraviados y comparte su recuerdo final ("Soy prácticamente un ladrón"), mientras cierra los ojos. Pero una joven, Agatha (Judith Chemla), erróneamente lo toma por un viejo amor incumplido y un vínculo romántico que está atado hasta que la puerta entreabierta entre los dos mundos se cierra, volviéndola invisible de nuevo. ¿Puede el amor trascender la frontera entre la vida y la muerte?

Yuxtaponiendo la realidad (inmigrantes, vecindarios, márgenes, etc.) y una atmósfera casi onírica (amplificada maravillosamente por la fotografía crepuscular de Céline Bozon), Vif-Argent es una obra que se centra en el hechizo, cuyo impacto se basa en la capacidad (variable) del público de aceptar el hecho de dejar ir las intrigas tradicionales. Pero la naturaleza romántica de la historia (un guión escrito por el director, Christine Dory y Frédéric Videau) y su enfoque inteligente de la invisibilidad tejen un hilo que apoya el minimalismo de la narrativa, en un contexto de preguntas filosófico (fragilidad de la condición humana, fantasía, fusión, otredad, etc.). Con muy poco, la película logra producir mucho efecto (no obstante, sin alcanzar su cénit), y como su título indica, deja a su paso un brillo furtivo, como una chispa por la noche, e inmediatamente impone a Stéphane Batut como una voz original a seguir en el panorama actual de la producción francesa.

La película está producida por Zadig Films, y Les Films du Losange se encarga de sus ventas internacionales.

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(Traducción del francés por Alessandro Romano Sáez)

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