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LOCARNO 2019 Competición

Crítica: A Voluntary Year

por 

- Los directores alemanes Ulrich Köhler y Henner Winckler hablan del patriarcado a través de la historia de un padre y una hija que se pelean por sus planes de viaje

Crítica: A Voluntary Year
Sebastian Rudolph y Maj-Britt Klenke en A Voluntary Year

Las tensiones entre un padre y su hija llegan al límite en la dramática obra de los directores Ulrich Köhler y Henner Winckler, A Voluntary Year [+lee también:
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, que actualmente compite en el Festival de Locarno. La película, que cuenta con una estética más cercana al trabajo de los hermanos Dardenne que a la famosa trilogía de Cédric Klapisch que comenzó en Una casa de locos, se centra en el deseo de escapar de una adolescente, un viaje más psicológico que físico.

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La cinta saca a la luz los problemas entre Jette y su padre Urs (Sebastian Rudolph), un impulsivo médico que no logra entender que no siempre sabe lo que le conviene a todo el mundo. Cuando a Urs se le mete en la cabeza que algo malo le ha ocurrido a su hermano, irrumpe en su piso y se hace cargo de la situación como si fuera una especie de hijo ilegítimo de Alex Honnold, de Free Solo, y del John McClane de Bruce Willis. Y esta tan solo es una parada que hace de camino al aeropuerto de Hessen, al oeste de Alemania, donde lleva a Jette (Maj-Britt Klenke).

Jette va a hacer un voluntariado en Costa Rica durante un año sabático, pero pronto descubrimos que esta honorable labor no ha sido del todo decisión suya. A su padre no le gusta su novio Mario (Thomas Schubert) y considera que su hija merece mucho más. Por ello, le comenta que debería ampliar sus horizontes viajando y haciendo labores sociales. Esta es la historia de cómo Jette aprende a rebelarse. Finalmente se da cuenta de que tiene todo el derecho a tomar decisiones por sí misma y, a medida que intenta independizarse, no cabe duda de que en ella todavía quedan comportamientos propios de su padre.

La película es un trabajo colaborativo entre dos directores alemanes, Ulrich Köhler (entre cuyos proyectos se encuentran In My Room [+lee también:
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, que compitió en Un Certain Regard de Cannes en 2018, y Sleeping Sickness [+lee también:
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, ganadora del Oso de Plata a la mejor dirección en 2011) y Henner Winckler (que regresa con su primera película desde que la favorita de los festivales Lucy [+lee también:
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llegara a las pantallas en 2006). Ambos directores estudiaron en la Escuela Superior de Bellas Artes de Hamburgo y han plasmado sus propias experiencias a la película, ya que Winckler tiene una hija que se fue de año sabático a la India y los padres de Köhler fueron voluntarios. Este proceso colaborativo fue más duro para Köhler, que en notas de prensa admitió estar obsesionado por tener el control. Aun así, han sido capaces de producir una película rebosante de humor y giros inesperados, como cuando Jette decide fugarse con Mario en vez de subir al avión.

Conforme transcurren los días, observamos que Jette está harta de que los hombres tomen decisiones por ella y que casi todos están cansados de la excesiva rectitud de Urs. La mayor parte de la acción tiene lugar en un apartamento y en un coche, lo que confiere a la película cierto aire intimista. Sin embargo, los giros son a menudo demasiado melodramáticos como para conseguir transmitir un tono similar al de Chéjov, un estilo que los directores parecen querer reflejar. Uno de los temas principales de la película es la premisa de que la emancipación femenina es una lucha constante y que el mantra feminista de “lo personal es político” es igual de relevante hoy en día que durante la segunda ola del feminismo.

No obstante, en ocasiones la historia avanza demasiado rápido. Un ritmo que no permite hacer una pausa para ver a Urs interactuar en su trabajo, analizar su complicada vida amorosa o la relación entre Jette y Mario. Si bien los directores quieren mantener un contexto contemporáneo, no siempre lo logran, ya que en ocasiones añaden demasiadas subtramas al guion. La cinta logra su cometido al demostrar que tener una mente liberal y conceptos políticos de izquierda no implica necesariamente ser una persona tolerante.

La película está producida por Sutor Kolonko con el apoyo de Westdeutscher Rundfunk.

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(Traducción del inglés por David Jiménez Santonja)

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