04/02/2019 - Armado con un smartphone y un palo selfie, Martin de Vries nos invita a recorrer el Camino de Santiago en su debut como director

Con una media de 40.000 pasos al día, el director Martin de Vries nos lleva de peregrinación a Santiago de Compostela en Camino, A Feature-length Selfie [+lee también:
tráiler
ficha de la película]. La película, que filmó con su smartphone mientras recorría el Camino, se estrenó mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Róterdam (IFFR), en la sección Limelight. Y probablemente estarás pensando que debe ser difícil mantener el interés de los espectadores con 90 minutos de caminatas por paisajes franceses y españoles. Sin embargo, de Vries encuentra la forma de contar una historia, dejando que la película trascienda del ámbito de los vídeos de vacaciones para convertirse en algo más profundo.

La historia que de Vries descubre durante su viaje es básicamente la versión resumida de la transformación psicológica que la gente experimenta cuando se enfrenta a un reto tan exigente a nivel no solo físico, sino también mental. El silencio y el tiempo a solas vacían la mente de todos los pensamientos volátiles que giran en torno a la rutina diaria. El director se pone en marcha sin saber realmente por qué, y aunque se va lleno de euforia y orgullo, poco a poco comienza a entablar un diálogo más serio consigo mismo y con su ego. A pesar de las ampollas y uñas rotas, de Vries disfruta a lo grande con las pequeñas cosas de la vida, como defecar entre arbustos. En sus propias palabras, "Los bajos están más abajo, y los altos, más arriba", un nuevo ritmo que requiere cierto tiempo de adaptación. El director continúa el viaje con este ánimo inocente y despreocupado durante la primera mitad de la cinta, que todavía no ha encontrado su sentido; no podemos sino preguntarnos si estamos limitados a ver solo las escenas en las que tiene control sobre lo que ocurre, como cuando habla directamente a la cámara. Dicho de otra forma: ¿hasta qué punto está reduciendo su representación a una autoimagen residual o selfie, a algo apropiado para enseñar a otras personas? 

La estética de vídeo grabado con smartphone —incluyendo el formato vertical— encaja bien con la película, pues enfatiza la autenticidad que uno espera de este tipo de film. Aunque en ciertos momentos resulta molesta e incómoda, contribuye al carácter informal del conjunto. Todo gira en torno a estar solo, con miles de pensamientos que van deslizándose hasta el suelo, abandonados con cada paso. Este desarrollo desde sentir emoción por algo nuevo hasta alcanzar una visión más clara y profunda de las propias motivaciones es lo único que hace que el film trascienda del mero diario visual. "Hace 60 días, cuando empecé, no tenía una cuestión concreta en mente", admite Martin, que empieza a mirar hacia dentro, en vez de hacia fuera. Está aprendiendo que cuando uno camina solo, no tiene forma de esconderse. Todo ello desemboca en un clímax emocional que coincide con nubes oscuras y lluvia, justo antes de llegar al destino. De Vries se da cuenta de que el viaje no ha terminado: en casa, tendrá que continuar. En la plaza principal de Santiago, bajo el influjo de lo que parece un momento de lucidez, decide no decir nada en absoluto. Es como si el selfie, en el que el propio ego suele tener todo el protagonismo, hubiera perdido finalmente su sentido, convirtiéndose en el espejo que el director llevaba buscando todo este tiempo. Y en eso consiste el divino encanto por el que se conoce al Camino de Santiago.

Camino, A Feature-length Selfie es una producción de Janneke Doolaard para la compañía amsterdamesa DOXY Films y de RealEyes Media.

(Traducción del inglés)