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RÓTERDAM 2019 Competición Bright Future

Crítica: Alva

por 

- El primer largometraje de ficción del portugués Ico Costa es un fascinante ejercicio inmersivo sobre la soledad y el destierro en las montañas de un prófugo de la justicia

Crítica: Alva
Henrique Bonacio en Alva

El cineasta lisboeta Ico Costa estrenó en la competición Bright Future del 48º Festival de Róterdam su primer largometraje de ficción. El corazón de Alva [+lee también:
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es Henrique (Henrique Bonacio): un ermitaño que vive aislado de la civilización, instalado en su casa a lo alto del monte. Los vecinos de la aldea más cercana le visitan habitualmente para abastecerle con provisiones. A cambio, Henrique les concede algunos minutos de su no muy cordial compañía. El diálogo tampoco se prolonga demasiado: todas las conversaciones finalizan cuando los forasteros preguntan al protagonista por el estado de sus hijas. Un día, Henrique decide quebrantar las leyes no escritas de su retiro para descender al pueblo. El misántropo sigue a una mujer hasta su casa, desencadenando un terrible accidente que permanece en fuera de campo visual, mas no sonoro. En ese preciso instante, la belleza bucólica de ese mundo agrario portugués –rodado en 16mm y supervisado por su director de fotografía Hugo Azevedo (asistente de cámara de los tres volúmenes de Las mil y una noches [+lee también:
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de Eugène Green)– se corrompe por el sonido de una escopeta. 

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Mientras el espectador sigue en shock por los disparos que ha escuchado, la cámara parece no haberse dado cuenta de lo ocurrido. Pues, Costa y Azevedo seguirán filmando al presunto criminal con el mismo distanciamiento y atmósfera de misterio que caracterizaba la cinta para evitar juzgarle moralmente. Tras el incidente, Alva deviene una crónica inmersiva del día a día del fugitivo adaptándose a su nuevo hábitat. Esta excelente ficción, que podríamos incluir dentro de la categoría del ‘slow cinema’, pone en escena la soledad de Henrique documentando los quehaceres básicos que ocupan sus largas y lentas jornadas de destierro: comer frutos caídos de los árboles, buscar cobijo en las frías noches, o bañarse en el río Alva que da nombre a la película.

Alva no esconde su admiración por el personaje; concretamente, por la inexplicable irrupción de la maldad en su corazón. Sin embargo, esa fascinación no debe interpretarse como sinónimo de heroicidad. El director del documental Barulho. Eclipse evita etiquetar a Henrique con las categorías de héroe o villano. Costa impide, así, que se interprete la actitud asceta de su protagonista como señales de arrepentimiento, o, por el lado contrario, como muestras de frialdad y apatía.

Por su parte, el director asegura que la fuente de inspiración del film fueron dos noticias espantosas, fechadas en 2015, que el portugués leyó en un periódico nacional; ambas protagonizadas por padres furiosos que se tomaron la justicia por su cuenta. La primera –otro crimen de violencia de género que azotan la Península a diario– detallaba la fuga de un hombre a las montañas, tras asesinar a cuatro mujeres de su familia. El artículo, además, se centraba en el arte del prófugo para esconderse en el bosque, dificultando las labores de rastreo de la policía durante dos meses. La segunda noticia –no menos horrorosa que la primera– narraba un intento de asesinato en manos de un divorciado: un individuo entró armado en la institución donde trabajaba el psicólogo que trataba a sus dos hijos para matarlo. Cabe señalar que, aunque la película incluya ciertos elementos de los episodios descritos, Alva no es una adaptación cinematográfica de esos hechos reales. El autor ha acertado apropiándose del halo de terror y violencia que comparten las historias para generar un retrato genuino de su propio homicida. 

Alva ha sido coproducida por la compañía portuguesa Terratreme Filmes, la francesa La Belle Affaire Productions y la argentina Un Puma. Terratreme Filmes también se encarga de las ventas internacionales.

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