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TRIESTE 2019

Crítica: The Most Beautiful Country in the World

por 

- El serbio Želimir Žilnik, uno de los creadores de la docuficción, aborda la integración a través de las historias de varios inmigrantes en Viena

Crítica: The Most Beautiful Country in the World

¿Cuál es el país más bello del mundo? ¿El país en el que naciste, que hoy está asolado por la guerra, pero por el cual sientes una nostalgia irresistible, o el que te acoge y te ofrece la posibilidad de una vida futura, lejos de la violencia y la pobreza? The Most Beautiful Country in the World [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, de Želimir Žilnik, en liza en la sección de documentales del Festival de Trieste, propone un punto de vista diferente sobre la cuestión de la inmigración por parte del célebre realizador serbio. A sus 76 años, el cineasta y miembro de la Ola Negra yugoslava, conocido por haber ganado el Oso de Oro en 1969 en Berlín con Early Works, vuelve a proponer, como ha hecho con frecuencia en estos últimos años, un documental sobre el tema de la integración, sin abandonar su enfoque expresivo. El director figura, en efecto, entre los inventores de la forma de la docuficción, que reproduce la realidad mediante la ficción, y sus películas abordan cuestiones de interés global a través de retratos cotidianos de individuos que existen en los márgenes y son víctimas de la desigualdad.

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The Most Beautiful Country in the World no es una excepción. El film cuenta las historias de jóvenes migrantes establecidos en Austria, pero está rodado casi como si fuera una comedia. La primera escena nos muestra una marcha nocturna con antorchas por Alepo, frente al parlamento vienés, el 16 de diciembre de 2016. La cámara identifica rápidamente entre la muchedumbre al que va a ser el héroe de la historia: el joven afgano Bagher Ahmadi. "¿Alepo es una ciudad muy pequeña?", le pregunta a un joven exiliado sirio; "No, es mucho más grande que Damasco, tiene 7 millones de habitantes, y ahora, el 60 % de Alepo está destruida", le responde el muchacho con lágrimas en los ojos. "Todo por culpa de una guerra estúpida que ha convertido Siria en un campo de batalla". Después de este prólogo, Žilnik entra directamente en materia con un cartel en el que se menciona una cifra significativa: "En 2016, los países de la Unión Europea acordaron proteger a 710.400 inmigrantes". Žilnik reconstruye así el recorrido iniciado en la carretera de los Balcanes, cerrada desde la crisis de refugiados de 2015 en Austria: la vanguardia histórica de la acogida a los inmigrantes. 

Žilnik parece tejer una trama minimalista y se centra en los actores, que se interpretan a sí mismos, para capturar sus experiencias, sus miedos, su entusiasmo, su solidaridad, los pequeños triunfos, todo ello expresado muchas veces con humor. Los pequeños aspectos de la cotidianeidad adquieren un carácter esencial: las clases de alemán, el boxeo en el gimnasio, la coral pluriétnica, la visita al mercado de Navidad, la búsqueda de apartamento o de trabajo, la alegría de haber obtenido un permiso de estancia, las discusiones entre mujeres sobre el derecho de los hombres a tener más de una mujer, sancionado por el Corán, la preocupación que sienten al leer artículos sobre las políticas húngaras en lo que concierne a la frontera con Serbia. Las tradiciones de la madre patria se funden con las realidades occidentales. Bagher cuenta a una amiga su fuga en cuanto que miembro del pueblo, su fuga en cuanto que Hazara, un pueblo aislado por razones geográficas y religiosas y oprimido por los talibanes. El joven está ahora integrado por completo, pero de repente, su abuelo Haidar Ali Mohammadi llega a Viena inesperadamente (y de forma clandestina), después de atravesar Eslovenia, para recordar a su nieto que tiene el deber de preservar el nombre y el honor de la familia, por lo que debe casarse con una mujer que encaje con la tradición.

Žilnik no siente la necesidad de buscar historias fuertes, dramáticas: simplemente quiere mostrar la posibilidad de una sociedad multicultural, abierta y diversa. El documental termina con una escena que supone una misteriosa contradicción con su título: un canto de la coral titulado Mawtani ("mi país"), un himno conocido en todo el mundo árabe: "Mi patria / No queremos una humillación eterna / Ni una vida miserable / Sino que perpetuaremos / Nuestra gloria legendaria". The Most Beautiful Country in the World es una producción de la compañía vienesa nanook film en coproducción con Tramal Films (Eslovenia), RTV Vojvodina (Serbia) y Factum (Croacia).

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(Traducción del italiano)

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