26/11/2018 - Margaux Bonhomme firma un primer largo realista, logrado y con muy buenos intérpretes sobre la difícil temática de una familia que afronta la discapacidad

"Me gustaría que las cosas fueran más simples". Para Élisa, una chica de 17 años que está llena de energía y ganas de futuro, la vida es como esos acantilados que escala junto a su padre: hay que agarrarse con delicadeza, la cima parece lejana y la caída es siempre posible, si uno toma una mala decisión. En efecto, la situación de la familia protagonista de Marche ou crève [+lee también:
tráiler
ficha de la película], de Margaux Bonhomme, prestrenada internacionalmente en el Festival Black Nights de Tallin (en la Competición de Óperas Primas), acaba de dar un giro particularmente problemático: la madre ha desertado un hogar cuya rutina gira desde hace 20 años en torno a Manon, hermana de Élisa y discapacitada física y mental. Un golpe de efecto que sucede juso en el momento en el que Élisa se preparaba para irse a la gran ciudad de la región a retomar sus estudios en el instituto.

De esta forma, el dilema corneliano de partir o quedarse articula este film, que está bien anclado en la realidad (la cineasta conoce de primera mano el tema de la discapacidad) y que logra un buen equilibrio entre el relato "clásico" del paso a la edad adulta de una joven y el tratamiento de una cuestión social de envergadura (¿qué hacer con un niño discapacitado cuando crece?), vivida como un auténtico sacerdocio por los familiares, que se debaten entre el amor y la culpabilidad.

Confiada durante el día a un educador especializado, luego cuidada por su hermana y su padre, que se ocupan de ella como si fuera un bebé grande (dando vueltas en coche para dormirla, poniendo música para distraerla, dándole caricias, masajes, peluches y subiéndola al balancín, etc.) con una paciencia infinita (la chica casi siempre está emitiendo gruñidos y balanceándose hacia delante y hacia detrás), Manon (una excepcional Jeanne Cohendy) tendrá que ingresar definitivamente al final del verano en un centro o quedarse en casa, lo cual desea su padre François (el carismático Cédic Kahn). Devastada por la marcha de su madre, e impulsada por el profundo amor que siente por su hermana, Élisa decide sacrificar su propio futuro para preservar lo que queda de su familia. Pero cuidar a Manon todos los días es una carga muy pesada, y la duda se apodera de Élisa, que empieza a ver a su padre con otros ojos y a buscar una salida del impasse en que se encuentra.

Excelentemente interpretada por su trío de protagonistas, sobre todo por Diane Rouxel (cuya ferocidad y energía sientan como un guante al personaje de Élisa), y con sólidas interpretaciones por parte de los actores secundarios Agathe Dronne y Pablo Pauly, Marche ou crève es un primer largo audaz que aborda de frente y con una gran perspicacia la cuestión de la discapcidad (la mirada social, la organización de los días, las decisiones difíciles, etc.) sin caer en el melodrama lacrimógeno, pero destilando un emotivo pudor. Retrato (más tradicional) de una joven que se hace adulta y de una familia "especial" al borde de la implosión, la cinta saca partido con inteligencia de los decorados naturales de Vercors para dar respiros puntuales a una historia dura (filmada en un formato 4/3 que acentúa el lado claustrofóbico de la situación), pero tratada con el máximo de sentimientos que el contexto permite. Una mezcla conmovedora y cruda que, a pesar de varios golpes de acelerador un poco bruscos en la narración, acierta de pleno.

Producida por Avenue B, Marche ou crève es vendida internacionalmente por Charades y se estrenará en Francia el 5 de diciembre de la mano de Nour Films.

(Traducción del francés)