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ROMA 2018

Crítica: Jan Palach

por 

- El director Robert Sedláček reconstruye los últimos meses de vida del estudiante checoslovaco que se inmoló para protestar contra la ocupación soviética

Crítica: Jan Palach
Viktor Zavadil en Jan Palach

El 16 de enero de 1969, el estudiante de filosofía Jan Palach se prendió fuego a sí mismo en la Plaza Venceslao de Praga, para protestar contra la ocupación soviética de Checoslovaquia. Murió tres días después, con tan solo 21 años. Sus acciones lograron atraer la atención del mundo entero, y más de 600.000 personas asistieron a su funeral el día 25 de enero, llegados de distintas partes del país. El trágico gesto de Palach estuvo inspirado por Thích Quảng Đùc, el primer monje vietnamita que se inmoló en la plaza de Saigón en 1963. El estudiante checo debió haber visto la célebre fotografía de Malcolm Browne, en la que aparece el imperturbable monje budista envuelto en llamas. Esto es lo que podemos ver en una escena de Jan Palach [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, la cinta dirigida por el realizador Robert Sedláček, que forma parte de la Competición Oficial del Festival de Cine de Roma. Además del protagonista,Viktor Zavadil, también participan en la película los actores Zuzana Bydžovská, Denisa Barešová, Kristína Kanátová, Jan Vondrácek y Michael Balcar.

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La historia se centra en los últimos meses de vida del héroe de Praga, y a pesar de que su figura se ha convertido desde entonces en un símbolo de resistencia contra el régimen soviético, empleado por anticomunistas, cristianos, gente de izquierdas y de derechas, Sedláček logra mantener un tono secular e ideológicamente neutro. La cinta incluye un breve prólogo ambientado a principios de los años 50, una secuencia casi onírica en la que se describe un episodio concreto de la infancia de Jan, cuando éste se pierde en un bosque nevado cerca de su casa. Una imagen que se repetirá hacia el final de la película, cuando Jan deambula por la nieve reflexionando sobre su propio destino, tras haber perdido toda esperanza de que su país recupere la libertad. A lo largo de la película observamos la emoción del protagonista durante la Primavera de Praga en el 68, cuando el reformista Alexander Dubček llega al poder, así como su participación en un campo de trabajo voluntario en Kazajistán, como un buen “camarada comunista”. También lo vemos arder de rabia e impotencia ante la llegada de los tanques soviéticos a Praga, y finalmente caer en desesperación al contemplar el fracaso de las protestas estudiantiles y la forma en que la gente se acostumbraba lentamente a la falta de democracia. “Nuestro pueblo se encuentra al borde de la resignación y el desánimo, por eso hemos decidido protestar y despertar las conciencias de la gente”, tal como escribe Jan en una carta que llevará consigo al inmolarse como una antorcha humana.

El director pretende utilizar la emblemática figura de Palach para despertar las conciencias de la sociedad actual, a través de un ejemplo extremo que muestra como un alma sensible puede añorar una sociedad libre. El escritor Václav Havel, primer presidente de Checoslovaquia tras la caída del Muro, describió el sacrifico de Palach como “una llamada para buscar la libertad”.

La cinta es una producción de Cineart Tv Prague, coproducida por el canal público Ceská TelevizeUp & Up Production, la compañía polaca ARINA y la televisión pública eslovaca Rozhlas a televízia Slovenska.

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(Traducción del italiano)

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