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SAN SEBASTIÁN 2018 New Directors

Crítica: Les Météorites

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- SAN SEBASTIÁN 2018: Romain Laguna firma un primer largo prometedor que traza un retrato adolescente, lleno de encanto atmosférico y de encarnación a través de un territorio

Crítica: Les Météorites
Billal Agab y Zéa Duprez en Les Météorites

El viento, los árboles centenarios, los arroyos, el agua acogedora en el fondo de las vaguadas, los animales, la tierra de viñedos, y un cielo repentinamente pintarrajeado por un relámpago luminoso, que desaparece entre las montañas. En el corazón de impresionantes paisajes naturales, preservados y todavía intensamente salvajes, a varios cientos de metros de carretea o vía férrea de un universo urbano con sus problemáticas contemporáneas, el joven cineasta francés Romain Laguna ha situado el epicentro de su prometedor primer largo, Les météorites [+lee también:
tráiler
ficha de la película
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, presentado en la competición Nuevos Directores del 66º Festival de San Sebastián. Una inmersión de lleno en Occitania, y en particular, en Hérault, que la película atraviesa siguiendo los pasos de su protagonista, una adolescente que vive en la espontaneidad, la vacilación y la búsqueda de amor que caracterizan esta edad, ofreciendo al tiempo un friso interesante gracias a sus momentos de descripción social y a una seductora extrañeza que va ligada a los astrofísico.

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Nina (la revelación Zéa Duprez) tiene 16 años, ha abandonado sus estudios y vive en el interior del país junto con una madre muy ausente. Alex, su mejor amigo (Nathan Le Graciet), hijo de viticultor, va a entrar en el ejército pronto. Cada día, la hermosa joven (con una marca de nacimiento cerca de un ojo), a la que no hay nada que le guste más que pasearse por la naturaleza y dar de comer a los animales, corre para no perder el autobús, y luego el tren que la llevará hasta un parque-museo sobre los dinosaurios y la evolución de la vida en la Tierra, en el que ella trabaja. Allí, no tarda en conocer a Morad (Billal Agab), el hermano de su compañera Djamila (Oumaima Lyamouri), un gamberro seductor de 19 años. A pesar de las advertencias de unos y otros (está casado, "luego, vendrás a decirme que te ha dejado y te ha engañado", "¿ahora te juntas con árabes?"), la protagonista emprende una aventura tan apasionada como aparentemente predestinada: "justo antes de conocernos, vi un meteorito en el cielo. Cayó detrás de la montaña. Fue una señal". Una revolución íntima y una especie de colisión sentimental cuya onda de choque se expandirá por toda la vida de la joven...

Progresando por un hilo narrativo muy sencillo (el guion es obra del director junto con Salvatore Lista), Les météorites logra diferenciarse en el tratamiento de un tema abordado infinidad de veces en el cine gracias a una preñez atmosférica y sensorial cuyo carácter hipnotizador (acentuado por la música de Maxence Dussère y bellos planos en los márgenes de lo onírico) chocan con un realismo muy crudo. Filmando a su joven heroína como un paisaje en movimiento, Romain Laguna sabe sumergirse en el sentimiento del instante sin regodearse en lo psicológico ni en los pormenores. Un planteamiento que termina encontrando un poco sus límites en cuanto al minimalismo de la trama, pero que permite al cineasta demostrar un sentido muy personal del detalle y los ambientes, demostrando un potencial cuyo desarrollo habrá que seguir muy de cerca.

Les météorites es una producción de Les films du clan que vende mundialmente Indie Sales.

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(Traducción del francés)

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