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VENECIA 2018 Competición

Crítica: 22 de julio

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- VENECIA 2018: Paul Greengrass regresa con una obra contundente, veraz y cargada de emoción acerca de los acontecimientos ocurridos durante el verano de 2011 en Noruega

Crítica: 22 de julio

“¿No es demasiado pronto?” Fue la pregunta que muchos le hicieron a Paul Greengrass en 2006, cuando decidió representar los eventos del 11S en su película United 93 [+lee también:
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. Con 22 de julio [+lee también:
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, estrenada este año en competición en el Festival de Venecia, vuelve a enfrentarse a la misma pregunta. 

Podríamos decir que al menos ha esperado: cinco años para United 93 y siete en esta ocasión. Además, este mismo febrero, Erik Poppe presentó Utoya – 22 de [+lee también:
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. Parece que este era el año para llevar a la gran pantalla la mórbida masacre ocurrida en Noruega en el verano de 2011. ¿O tal vez no?

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En el año 356 a.C. (el 21 de julio, concretamente), un alborotador llamado Eróstrato incendió el templo de Artemisa en Éfeso, para posteriormente entregarse orgulloso a las autoridades. Su castigo, además de la ejecución, fue la prohibición de volver a mencionar su nombre (bajo pena de muerte). Por desgracia, esta gran idea no funcionó, y casi 2400 años después el término erostratismo todavía se utiliza para describir la “manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre”. 

Esto es exactamente lo que Anders Behring Breivik (cuyo nombre siempre temeré pronunciar) hace en una escena particularmente desagradable de 22 de julio. No se trata de la escena en la que coloca una bomba en el cuartel del gobierno de Oslo, matando a ocho personas e hiriendo a más de 200. Tampoco esa en la que dispara con absoluta naturalidad a los jóvenes que participan en el campamento de verano del Partido Laborista en Noruega, en la isla de Utøya, matando a 69 personas e hiriendo a más de 110 en un verdadero baño de sangre. 

La escena ocurre poco después, cuando, tan tranquilo y orgulloso como Eróstrato, Breivik se entrega a la policía para ser interrogado. Le observamos mientras come algo. Descubrimos que es un trozo de pizza, entregado a domicilio (¿pudo elegir los ingredientes?). De repente, detiene el interrogatorio y exige atención médica. Se la conceden. Al parecer tiene un pequeño corte en el dedo. “Creo que me ha entrado algo. Seguramente un trozo de cráneo”, concluye con tranquilidad. Le dan una tirita. 

La recreación altera mínimamente los hechos. La escena puede encontrarse de forma literal en One of Us, la dolorosamente precisa biografía sobre Breivik escrita por la periodista Åsne Seierstad, que sirvió como base para la película de Greengrass. Samuel Fuller, célebre periodista convertido en cineasta y compañero de Seierstad y Greengrass, estaría encantado: la verdad - inexplicable, controvertida y contundente.

22 de julio está repleta de emoción. Desde los alegres jóvenes que llegan al campamento dispuestos a divertirse, hasta los nerviosos padres que escuchan las noticias sobre los eventos en la isla (incluyendo la propia madre de Breivik). Empatizamos especialmente con la familia Hanssen, cuyos hijos Torje y Viljar se encuentran en Utøya. Viljar resulta gravemente herido pero logra sobrevivir, a pesar de quedar medio ciego y con fragmentos de bala alojados muy cerca de su columna vertebral (su operación está editada en paralelo con la escena de la tirita de Breivik). Aún así, el joven está decidido a levantarse para testificar en el juicio. Todo está basado en hechos reales. Las localizaciones auténticas y el soberbio trabajo de reparto, formado íntegramente por actores noruegos, ayudan a consolidar el logro de la película. 

22 de julio se estrena el 10 de octubre en Netflix, que la ha producido junto con Scott Rudin Productions, con el apoyo del Norwegian Film Institute. La plataforma también se encarga de sus ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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