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MÚNICH 2018

Crítica: The New End

por 

- La trama del primer y distópico largo de Leonel Dietsche se basa en una idea interesante que acaba cayendo en saco roto

Crítica: The New End
Milena Tscharntke en The New End

En el primer y posapocalíptico largo del alemán Leonel Dietsche, The New End [+lee también:
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, prestrenado mundialmente en la sección New German Cinema del Festival de Múnich, todas las mujeres, salvo dos, son eliminadas de la faz de la Tierra, que ahora gobiernan una decena de hombres implacables. Todo rastro de empatía ha desaparecido, consumido por un virus que marca los cuerpos y diezma la vida; la única ley vigente es la supervivencia del más fuerte. No está claro por qué esta misteriosa enfermedad no afecta tanto a los hombres; lo único seguro es que lo que queda de la humanidad es indecente y deleznable, por lo que el futuro será con toda seguridad mucho más siniestro. Del mismo modo, el futuro de The New End no es muy halagüeño, pues resulta difícil seguir y comprender el nudo gordiano de las intenciones imbricadas en la trama, que se basa en una idea interesante, pero que acaba cayendo en saco roto.

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La mayoría de personajes de este inquietante mundo distópico no tienen nombres y se describen meramente según lo que sean —por ejemplo, el Líder, el Hijo, la Madre, la Hija, el Enano... —. Pero si alguien espera que se esté tejiendo una compleja alegoría, se llevará una gran decepción. El guion de Dietsche es problemático a muchos niveles: no solo falla en su intento de adoptar un enfoque feminista, sino que además despliega una serie de diálogos extraños, irrelevantes y sesudos, actos grotescos de violencia y una narrativa confusa. Además, el uso de narración en off y primera persona por el omnisciente Enano (Mick Morris Mehnert), que se dedica a llenar las lagunas, está imbuido de un exagerado tono poético.

El film arranca de forma prometedora, con una cita de la tragedia de Eurípides Las troyanas, dando la esperanza de que realizará una crítica a las consecuencias del apocalipsis, o al menos, de que habrá un personaje análogo a Casandra... pero nada de esto sucede.

Cuando aparece el cronista, la ventana al infierno nihilista de The New End se abre con una escena en el bosque en la que el Enano observa de cerca a una banda de malhechores armados, que siguen las órdenes del Líder (el actor esloveno Marko Mandić). Mucho más sólido es el personaje del cómplice del Líder, el Doctor, interpretado por Sylvester Groth (Goebbels en Malditos bastardos [+lee también:
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), residente de un antiguo sanatorio que usa pastillas para que hombres jóvenes le den placer, a falta de mujeres. Más posibilidades de salvar el guion llegan con la aparición del misterioso Sanador (Georg Friedrich), pero este personaje muere demasiado pronto para que los acontecimientos den un necesario giro.

Al principio del film, el Enano nos cuenta que los hombres no han visto a una mujer en años, y él es el único que sabe de la existencia de una madre (Sabine Timoteo) y su hija (Milena Tscharntke); ambas se esconden en una isla cercana. La hija se convierte en el objeto de su admiración platónica, pues cree que es el último remanente de inocencia en la Tierra. La situación de la hija, su enfrentamiento con la realidad, podría haber dado sustancia al pretendido mensaje feminista si el director no hubiera elegido que no hablara en absoluto.

Los paisajes desolados, con sus casas destartaladas y suelos infértiles, se ven iluminados por la fotografía azul y gris de Roland Stuprich, que cambia a una paleta amarilla en el templo de la lujuria del Doctor, manteniéndose fiel a la atmósfera.

The New End fue producida por Filmakademie Baden-Württemberg en coproducción con Südwestrundfunk (SWR) y Paxfilm.

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(Traducción del inglés)

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