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PELÍCULAS Francia / Marruecos

Crítica: Retour à Bollène

por 

- El productor Saïd Hamich se estrena en la realización con un largometraje íntimo, seco y apasionante sobre la identidad y las raíces familiares y sociales

Crítica: Retour à Bollène
Anas El Baz y Saïd Benchnafa en Retour à Bollène

Ciertas películas se imponen ante todo como evidencias, como núcleos de veracidad en un panorama cinematográfico en el que el formato y hasta la técnica acaban haciendo palidecer los colores de algunas obras, por muy bienintencionadas que estas sean. Cuando estas sensaciones de autenticidad aparecen talladas en una forma de por sí interesante, diestra, sin florituras ni trucos, se antoja evidentemente mejor. Con Retour à Bollène [+lee también:
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, su primer largometraje como director, el productor Saïd Hamich (responsable, como productor delegado o ejecutivo, de obras como Sofia [+lee también:
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) se destaca así instantáneamente y consigue esbozar, con justeza y una notable economía de medios, el retrato de un hombre, de una familia, de un medio social, de una ciudad y, por extensión de un país, Francia, que brinda poquitos horizontes de evolución a las capas más populares de su inmigración: un cuadro sensible en el que las heridas íntimas, los arrepentimientos, los fantasmas del pasado, las contradicciones y las zonas oscuras no faltan a la cita, tejiendo entre todos un telar del que es muy difícil escapar profundamente, aunque nos guste la idea de escaparnos a terrenos más acogedores.

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"No quiero ser un árabe de Bollène". Para Nassim (Anas El Baz), visitar a su familia a su ciudad natal, en el sureste de la Francia, no comporta ningún gusto. El joven treintañero ya ha dejado tras de sí el pueblo desheredado de su infancia, los pequeños chanchullos de la supervivencia económica, las puertas cerradas a la meritocracia, los conflictos con su padre y hasta la cultura musulmana. Después de trabajar y de ascender en la escalera social en Abu Dhabi, regresa ahora a su pueblo natal con su novia americana, Elisabeth (Kate Colebrook). El reencuentro alegra a la cariñosa madre (Jamila Charik), el amistoso hermano Mouss (Saïd Benchnafa) y las hermanas Hajjar (Bénédicte-Lala Ernoult) y Asma (Lamia Menioui). Nassim, ahora trilingüe (habla francés, inglés y árabe), no lo lleva tan bien, se niega a ver a su padre ("no quiero verlo ni tengo nada que decirle") y se desmarca de las costumbres de su familia (renuncia a comer directamente del plato, pide vino en el restaurante, etc.). Sin embargo, al que uno de sus viejos amigos del barrio define como "espécimen esquizofrénico" el pasado se le reaparece poco a poco en la empobrecida localidad de Bollène (ahora dirigida por la extrema derecha, en la que participa un antiguo profesor y mentor que en otros años se definía como comunista), a caballo entre la melancolía y el dolor, con rastros de recuerdos, raíces y rencores. 

El excelente guion del propio Saïd Hamich consigue contar y sugerir muchísimo en apenas unas secuencias y un par de diálogos sin forzar nunca la corriente natural. El arte de la concisión y las atmósferas también lo vemos en los numerosos y elocuentes traveling en coche que nos hacen descubrir la ciudad. El cineasta profundiza en la historia capa por capa, como una cebolla, con paciencia y eficacia, sin dramatizar nunca en exceso la realidad sino avanzando de manera fluida hacia el corazón de la narración, llevado por un talento púdico (pero netamente seguro) que se inclina en todos los sentidos por un cine político y social de gran calidad y que demuestra el potencial tras la cámara de un hombre del que ya esperamos con impaciencia su siguiente trabajo, paralelo a su labor como productor.

Retour à Bollène es una producción de la francesa Barney Production y la marroquí Mont Fleuri Production. Pyramide es su agente de ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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