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TRANSILVANIA 2018

Crítica: Scythe Hitting Stone

por 

- La película de fin de estudios de Anja Kreis puede ser también el mayor descubrimiento de la competición del festival de Transilvania de este año

Crítica: Scythe Hitting Stone
Aleksey Solonchev y Julianna Mikhnevich en Scythe Hitting Stone

No suele ocurrir que una película consiga llegar a las profundidades de la llamada “alma rusa” y de las complicaciones de estos tiempos de transición pero es lo que ha logrado Anja Kreis con gran intensidad en Scythe Hitting Stone [+lee también:
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, la película con la que pone fin a sus estudios en la Kunsthochschule für Medien Köln. La cinta, ahora, participa en la competición del Festival internacional de cine de Transilvania, que se celebra entre los días 25 de mayo y 3 de junio en Cluj-Napoca, con todas las papeletas para haber causado una honda impresión al jurado de cara al palmarés, que se anunciará en una gala este sábado, a pesar de competir con largometrajes más aclamados y de mayor recorrido internacional como Touch Me Not [+lee también:
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entrevista: Adina Pintilie
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, de Adina Pintilie, o Las herederas [+lee también:
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, de Marcello Martinessi

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Kreis, encargada de la dirección, del guion, del montaje y de la producción de la película, explora una época difícil en la historia reciente de Rusia: el año 2000, cuando Boris Yeltsin anunció su dimisión y el por entonces primer ministro Vladimir Putin se convirtió en el presidente de facto de Rusia. En una localidad de provincias, el regreso a casa de Anton (Aleksey Solonchev), un soldado de la segunda guerra de Chechenia, provoca una inmensa alegría y unas cuantas lágrimas a ojos de la familia y los amigos: su feliz regreso coincide con los 40 días de la muerte en servicio de su hermano Andrey. El contexto es perfecto para que Kreis explore un mundo en el que las altas expectativas se desgranan en pequeños placeres y en el que la comedia puede transformarse en tragedia en un abrir y cerrar de ojos. 

El guion, que es en todo momento impredecible y mantiene cierta inclinación por lo absurdo y la comedia, es una suma de historias interconectadas que habrían requerido un doctorado en escritura de guion pero que, aún así, consigue capturar una cierta mentalidad y una impresión de la sociedad según las cuales todo puede pasar. No hay noción que quede ilesa: el heroísmo, la historia, la “grandeza de Rusia”, la economía, la fe, el futuro. En un mundo de desesperado oportunismo y gigantesca decepción, los grandes gestos simbólicos vienen ignorados y las reacciones más intensas generan la mayor de las indiferencias. Los personajes, por atrevidos que sean sus arrojos, son meros espectadores de una historia que demuestra, en su avance, su carencia de poder alguno. El uso del rostro de Putin, tan férreo entonces como ahora, implica poderosamente que las cosas no han cambiado mucho desde aquellos lejanos años 2000. 

Para el público de los antiguos países comunistas, que habrán sufrido igualmente una dolorosa transición hacia una democracia más o menos frágil, Scythe Hitting Stone resucitará recuerdos absurdos y despertará cierto sentido de la nostalgia y hasta algo de alivio a tenor de los acontecimientos actuales. Para los occidentales, la película explicará algunas de las peculiaridades que caracterizaron la psique eslava, esa curiosa mezcla de vitalidad y resignación. Y para todos, la película será una atractiva inmersión en una sociedad a la deriva, tan divertida como trágica.

Scythe Hitting Stone es una producción de la Kunsthochschule für Medien Köln con el apoyo de Film und Medien Stiftung NRW.

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(Traducción del inglés)

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