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BERLINALE 2018 Forum

Crítica: The Tree

por 

- BERLÍN 2018: El portugués André Gil Mata presentó una obra de cine puro y duro que invita a compararlo con su mentor, Béla Tarr, y otros grandes maestros del celuloide

Crítica: The Tree

Un anciano en una ciudad bajo asedio, durante un invierno muy nevoso, recoge las botellas de sus vecinos en la noche para devolverles agua potable. Las lleva atadas en una cuerda que pende de una rama de árbol sobre sus hombros, acumuladas detrás de su cuello. Cuando llega a la boca del río, al cabo de una larga caminata y de remar en una vieja embarcación, empieza a llenar las botellas. De pronto, es de día. Desde el mismo punto de vista, vemos a un chiquillo en trineo, y a su madre. El chico, entonces, se despierta de su sueño en un ático oscuro y llama a su madre. Lo único que escucha del exterior es una voz ladrando órdenes en alemán y, luego, las botas contra el suelo. Los soldados salen y él sale en mitad de la noche con un zurrón y cruza el paisaje nevado de una casa en ruinas y desierta a la siguiente, en busca de comida enlatada y ropa. 

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En el bosque, acaba llegando a un claro, donde se encuentra un árbol muy especial. No cabe duda de que se trata del árbol que el viejo vio en la primera mitad de la película, mientras remaba por el río. El crío enciende un fuego. El anciano ve al muchacho y empieza a remar con más fuerza. El chico ha visto al viejo y empieza a correr despavorido. 

Ese es todo el argumento de The Tree [+lee también:
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, una película que abraza perfectamente las etiquetas de "slow cinema", "meditativo", "cerebral" y "sensorial". Pero The Tree es mucho más. El portugués André Gil Mata ha logrado aquí una obra de cine puro y duro, estrenada en la sección Forum de la Berlinale. Los acontecimientos descritos en las dos primeras frases del primer párrafo abarcan toda la primera hora de metraje. Este segmento está compuesto por tan solo seis tomas. Casi no hay diálogo ni tampoco música. Sólo hay un personaje dividido en dos líneas temporales que se fusionan al final de la cinta.

The Tree es un film primario sobre los ciclos de la vida y de la historia, sobre el arrepentimiento y sobre los pasados posibles, y también sobre la aceptación estoica del propio destino, con una planta firme frente al inminente desastre. El tiempo existe en The Tree en varios planos. Uno es el tiempo cinematográfico literal, que parece avanzar muy despacio. El otro es el tiempo de la guerra o, mejor dicho, de dos guerras: la Segunda Guerra Mundial y el sitio de Sarajevo. Otra dimensión del tiempo es su repetición a través de un solo personaje, que es el mismo y a la vez distinto en las dos líneas temporales y que vive ambos conflictos bélicos. 

El espacio en The Tree está limitado geográficamente y, a la vez, parece infinito. La cinta está ambientada dentro y alrededor de Sarajevo pero la duración de los acontecimientos desborda el espacio hasta lograr que estos tengan lugar indefinidamente y adquieran, así, un carácter universal. La manera en que se filman también expande el espacio: la cámara casi siempre se está en movimiento, en panorámicas, en zooms o a la espalda de su personaje. Despacio, con paciencia, sabe exactamente dónde va, cómo llegar y por qué. Desde la primera, un plano amplio y hermoso que combina ambas líneas temporales, sabemos que estamos en buenas manos. 

El hipnótico diseño de sonido, las huellas en la nieve y el repiqueteo de las botellas, deja atónito a los espectadores y, en lugar de encerrarlos en un mundo, abre innumerables universos posibles para cada uno de ellos. Mata no solo da al público el tiempo necesario para tomar perspectiva y pensar sino que crea un marco perfecto para ello: el fuerte contraste entre la ambientación nocturna y la nieve hace que el encuadre resulte casi monocromático y, al cabo de una larga exposición, provoca el efecto de un negativo contra una tela blanca.

Mata fue alumno de Bela Tarr en la Sarajevo film.factory y la influencia del maestro húngaro, en particular de su última película, El caballo de Turín [+lee también:
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entrevista: Béla Tarr
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, es innegable, hasta el punto de que cabe imaginar que ya era una referencia para el autor portugués antes incluso de que se conocieran. The Tree, sin embargo, también invita a compararla con Tarkovsky, Kubrick, Klimov o incluso Lynch. Es una de esas raras películas que combinan un acabado impecable con una gran apertura a la interpretación, de manera que el espectador pueda hallar sus propias conexiones a la vez que recuerda que las fuentes de la que bebe esta creación son tanto la pintura como el cine.

Bela Tarr ya tiene sucesor. Su nombre es André Gil Mata.

The Tree es una producción de la lisboeta C.R.I.M.

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(Traducción del inglés)

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